El joven de 22 años acusado de matar a cinco hombres el pasado fin de semana en la zona de Dunkerque debe ser presentado ante un juez de instrucción. Había asesinado a su exjefe, a dos guardias de seguridad de una empresa para la que había trabajado y a dos inmigrantes.
Sus motivaciones aún no están muy claras. Por otro lado, su perfil se vuelve más claro, a la vez inquietante y preocupante. De este joven nunca se había hablado. Con asombrosa frialdad, reconoció sin dificultad su viaje asesino.
Frente a la policía, colabora, da detalles. Según información recogida por RTL, el joven se expresa inteligiblemente. Para su abogado, tendría un perfil psicológico normal. Sólo sus razones parecen incomprensibles, casi infantiles. Está enojado con su antiguo jefe por no retenerlo, pero todo lo demás aún no está claro.
Un viaje sangriento preparado
Un viaje sangriento pero cuidadosamente preparado. Paul, este joven camionero, partió con sus armas, desde el campo flamenco hasta la zona portuaria de Dunkerque, hacia la empresa de seguridad donde había permanecido apenas cuatro meses, abandonando el lugar por sus propios medios.
El hombre de 22 años supuestamente atacó a dos agentes que patrullaban la zona y a quienes apenas conocía. Los mata sólo porque están ahí, sugiere una fuente cercana al asunto, sin exigencias políticas. De todos modos, el agresor persistió, disparando varias veces en cada ocasión, apuntando a la cabeza.
En el terreno, los investigadores encontraron docenas de casquillos de cartuchoscomo los exiliados iraníes, asesinados a sangre fría. En su baúl, según información de RTL, este miembro de un club de tiro tenía cinco armas, 300 cartuchos de munición y otras municiones más donde vivía.
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