SEn el continente africano, Francia vive claramente una serie de desilusiones. En menos de 24 horas, dos socios de seguridad previamente favorecidos por París decidieron poner fin a su asociación estratégica: en el futuro, no habrá una mayor presencia militar en Chad y Senegal. Al revelar casi conjuntamente su nuevo posicionamiento, estos países son parte de una dinámica global que pone en duda la influencia francesa en África.
La noticia es tanto más amarga cuanto que se sitúa en un momento delicado para el ejecutivo francés. Jean-Noël Barrot, ministro de Asuntos Exteriores, que se encuentra en el continente en su primera gira africana, se encontraba en Yamena pocas horas antes del comunicado de prensa de su homólogo chadiano. En términos más generales, estos duros golpes se producen cuatro días después de la presentación del tan esperado informe de Jean-Marie Bockel sobre la remodelación de las fuerzas francesas a Emmanuel Macron, quien lo encargó el pasado mes de febrero.
En Chad, afirmar la “plena y completa soberanía”
Fue en la tarde del jueves 28 de noviembre de 2024 cuando las autoridades de Chad finalmente levantaron el velo sobre lo que describen como un “punto de inflexión histórico” en el marco de la afirmación de una “soberanía plena y completa”. Hay que reconocer que Francia siempre se ha beneficiado de una cómoda presencia militar en este país cuartelero, con varias bases y un millar de hombres, mucho antes de la independencia proclamada en 1960. La base aérea 172 de Fort-Lamy, que habrá conocido todas las generaciones de aviones de combate del ejército francés, estuvo operativo, por ejemplo, desde 1939.
“Se trata de un pequeño terremoto para la posición francesa”, comenta Eddie Guipié, profesor-investigador, especialista en cuestiones de defensa y seguridad internacional de la Universidad de Korhogo. Si el investigador dudó inicialmente de la autenticidad del comunicado de prensa chadiano, es porque las recomendaciones de Jean-Marie Bockel, muy recientemente, pedían mantener una presencia militar de unos 300 elementos en Chad. Se trata de una cifra superior a la de otros Estados como Gabón y Costa de Marfil, donde, según la Agencia France-Presse (AFP), deberían permanecer alrededor de un centenar de soldados.
Por lo tanto, la legitimación de la autoridad de Mahamat Idriss Déby –sucesor de su padre al final de una transición controvertida– por parte de París no habrá sido suficiente para mantener a este país estratégicamente situado en el redil francés. “Chad se compromete a diversificar sus socios en materia de seguridad”, prosigue el especialista, refiriéndose al preocupante acercamiento realizado hace unos meses por Hungría. En septiembre, Budapest firmó dos acuerdos de defensa en el marco de la lucha contra la inmigración y el terrorismo, que prevén el despliegue de unos 200 soldados, aunque el país no es tradicionalmente proclive a proyecciones militares lejanas y no tiene capacidad nuclear ni una posición especial. con las Naciones Unidas. Su primer ministro, Viktor Orbán, por el contrario, demuestra una relación ambigua con Vladimir Putin, cuyo país también mira a Chad. Así lo demuestra la visita del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, el pasado mes de junio con el objetivo de “reforzar la cooperación militar”.
Senegal sigue su ejemplo
En Senegal, el hacha cayó sobre la voz del propio Bassirou Diomaye Faye, durante una entrevista con la AFP. El Presidente de la República elegido en marzo se pronunció con total claridad sobre el caso francés: “La soberanía no puede permitir la presencia de bases militares. » Una nueva doctrina de cooperación en materia de seguridad que pronto debería actualizarse y que excluye de facto cualquier base extranjera, francesa o no. Este cambio se produce pocos días antes de la llegada de Jean-Noël Barrot, que debería finalizar su gira con una visita al país de Teranga. Tal como están las cosas, las discusiones prometen ser francas.
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Respuesta
Una vez más, “el intento de Francia de abrirse con el reconocimiento de la masacre de los fusileros senegaleses de Thiaroye no fue suficiente”, observa con realismo Eddie Guipié. La cuestión era sobre todo política para Bassirou Diomaye Faye y su Primer Ministro Ousmane Sonko, que habían sido colocados a la cabeza de la nación sobre la base de una fuerte crítica a las injerencias extranjeras, encabezadas por Francia. Tras su victoria, “las autoridades no mencionaron realmente las bases francesas, para gran consternación de sus votantes”, recuerda el experto. Esta fuerte posición en términos de soberanía ha tranquilizado hoy a una base electoral que acaba de reiterar su apoyo a las autoridades concediéndoles una mayoría absoluta en el Parlamento.
“La presencia militar o la ausencia militar no deben equivaler a ruptura”, precisó sin embargo el presidente senegalés. La misma historia ocurre en el lado chadiano, cuyo comunicado de prensa concluye cortésmente que el país sigue “abierto al diálogo constructivo para explorar nuevas formas de asociación”. Francia, que quería conservar el control de las orientaciones relativas a su remodelación, tendrá que contentarse con las puertas que dejan entreabiertas socios que se han vuelto críticos. Porque para repensar su relación con Francia, África no esperó noticias de París.
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