Los jurados del Tribunal de lo Penal de Seine-et-Marne, en Melun, se adentrarán en las puertas cerradas de una familia de Provins. Desde este jueves y durante dos días, comparece ante ellos un joven, por violencia dolosa con resultado de muerte sin intención de causarla, a un menor de quince años por parte de un ascendiente. Detrás de estas palabras: el drama de los bebés sacudidos. El imputado, que lleva nueve meses en prisión preventiva, quedará en libertad en la audiencia. Se enfrenta a una pena de 30 años de prisión.
La muerte de la pequeña, que se remonta al 23 de septiembre de 2017, se produjo en el hospital Necker de París, donde se encontraba ingresada. Nacido prematuro cuatro meses antes, el niño fue seguido en el centro hospitalario de Provins. Fue durante una visita programada que un pediatra, alertado por el estado del bebé, decidió someterlo a exámenes más profundos.
Una tomografía computarizada detectó la presencia de un hematoma subdural agudo (acumulación de sangre que crea presión en el cerebro). De ahí su transporte al hospital parisino especializado en la atención de niños enfermos. El bebé moriría al día siguiente.
Hemorragias retinianas bilaterales: uno de los síntomas del bebé sacudido estaba ahí. Luego se encomendó una investigación a la ex Seguridad Departamental, para comprender en qué condiciones la pequeña pudo haber sido maltratada. En aquel momento, el padre tenía sólo 19 años. Había conocido a su pareja tres años antes. Los investigadores analizaron las semanas previas a la muerte.
El acusado, calificado de inmaduro, admitió haber sacudido a su bebé una noche porque lloraba mucho. Pidiéndole que se calle. El tribunal tendrá que determinar si hizo un solo gesto de irritación o si se produjo varias veces. Cada año, entre 400 y 500 niños son sacudidos violentamente de un lado a otro por un adulto que ya no puede soportar sus llantos. Una acción muy grave que provoca la muerte del 10% de estos bebés y provoca consecuencias de por vida para el 75% de los supervivientes.
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