D¡demasiado! Al presentar, en el momento equivocado y sin consulta, un proyecto de ley ambivalente destinado a derogar el delito de apología del terrorismo, el diputado de La France insoumise (LFI) Ugo Bernalicis, especialista en cuestiones de seguridad del grupo “insoumis”, probablemente ha enterrado durante mucho tiempo la oportunidad de reformar una ley de 2014 que se está desviando de su objetivo. Pero LFI no es el único responsable de este fiasco legislativo. Con su deseo de demonizar a un adversario político, la extrema derecha, la derecha, el centro e incluso algunos socialistas han preferido entablar una controversia política antes que entablar un debate sobre un tema real. Preferían epítetos infames: «anti-Francia», «innoble», “indescriptible” – inhabilitar a LFI, varios de cuyos funcionarios están siendo procesados o han sido citados por este motivo, del verdadero trabajo parlamentario sobre un texto que aún no estaba en el orden del día.
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Para entender lo que está en juego, tenemos que remontarnos a 2014. En ese momento, la esfera yihadista estaba en pleno apogeo tras la proclamación de un pseudocalifato a caballo entre Irak y Siria por parte de la organización Estado Islámico (EI) y sus reclutas. Los manifestantes, atraídos por la propaganda masiva en las redes sociales, llegan por miles desde toda Europa. Necesitamos adoptar urgentemente instrumentos legislativos para reprimir la glorificación en línea de los actos despreciables cometidos por ISIS. Es evidente que debemos equiparnos con instrumentos para reprimir a los predicadores del odio.
Los delitos de apología del terrorismo y provocación a la comisión de actos terroristas, que desde su creación en 2006 estaban contemplados en la ley de prensa, al igual que la difamación y el insulto, están incluidos en el Código Penal y ahora están cubiertos por la ley antiterrorista. De las multas se pasa a penas de prisión de hasta cinco años, o incluso siete para las publicaciones en línea. La prescripción va de tres meses a tres años. La custodia policial y las comparecencias inmediatas son posibles. Los recursos antiterroristas (sistemas de sonido, escuchas, infiltración en línea, etc.) se ponen al servicio de los investigadores. Y, finalmente, se pueden inscribir condenas en el expediente de autores de delitos de terrorismo (Fijait), lo que tiene graves implicaciones posteriores a la sentencia.
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Con los atentados yihadistas de enero y noviembre de 2015 se disparó el número de condenas por apología del terrorismo. En 2016 se dictaron 526 condenas. Con la disminución de los ataques yihadistas en suelo francés, estas cifras tienden a descender: 352 condenas en 2017, 260 en 2018, 228 en 2019. La disminución de los ataques fue acompañada de una fuerte reducción de estos litigios, que cayeron a 136 condenas, muchas de las cuales ellos contra menores, en 2022.
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