Estos barbouzes franceses que intervienen en el conflicto de la República Democrática del Congo – Libération

“Libération” investigó durante varios meses el papel desempeñado por las empresas de seguridad privadas francesas que colaboraban con el ejército congoleño contra los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo. Redes paramilitares y empresariales para quienes la guerra es una oportunidad financiera como cualquier otra y a las que Kinshasa recurre para encontrar nuevos aliados y compensar su ejército mal entrenado.

Esta investigación se llevó a cabo gracias a una subvención del fondo IJ4EU (Periodismo de Investigación para Europa).

Cuando unos misteriosos soldados de piel blanca aparecieron hace dos años en las calles de Goma, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), el rumor se extendió rápidamente. Primero en las redes sociales, luego en los pasillos de las embajadas occidentales en la capital, Kinshasa, a 1.500 kilómetros de distancia en línea recta. Se rumoreaba que, después de la República Centroafricana y Mali, los mercenarios del grupo Wagner acababan de poner un pie en la República Democrática del Congo, ese gigante de la región de los Grandes Lagos, cuatro veces más grande que Francia. Es difícil pasar desapercibido, a bordo de los Land Cruiser de los soldados de las Fuerzas Armadas congoleñas, o en los pasillos de los supermercados donde se abastecen de cigarrillos y galletas, en escuadrones donde rostros juveniles se codean con rostros marcados por la vida. A veces, una bufanda colocada hasta debajo de los ojos les protege del polvo y oculta su identidad. Pero, a pesar de las apariencias, estos misteriosos hombres armados no pertenecen a la creciente milicia fundada por el difunto