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La hormiga eléctrica, ya presente en Francia, podría llegar a Suiza – rts.ch

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La hormiga eléctrica, una especie invasora, ha sido registrada por segundo año consecutivo en el sur de Francia. El insecto, originario de América del Sur, no se encuentra actualmente en Suiza. Pero para los científicos es sólo cuestión de tiempo.

El diminuto insecto naranja podría sumarse al avispón asiático en la lista de insectos problemáticos en Suiza y Europa.

El cambio climático podría permitir que la hormiga eléctrica se adapte muy bien a largo plazo a las futuras condiciones de vida de nuestro país, en un cantón como el Tesino, por ejemplo. Un aumento de las temperaturas favorecería la supervivencia de este insecto.

>> Lea también: Invasora y peligrosa, la hormiga eléctrica ha sido detectada en Francia

La hormiga eléctrica es temida por su dolorosa picadura que se asemeja a una descarga eléctrica, de ahí su nombre. Con sólo 1,5 milímetros de tamaño, también causa daños importantes a su entorno y amenaza a otros animales.

“Destruyen otras especies de hormigas e insectos, pero también atacan a lagartos”, explica en RTS Laurent Keller, exdirector del Departamento de Ecología y Evolución de la Universidad de Lausana.

Hormona juvenil como solución.

Las Islas Galápagos están familiarizadas con este problema. Las hormigas eléctricas atacan a veces a “iguanas u otras especies autóctonas”. Tras haberlas podido observar en este archipiélago del Océano Pacífico, el biólogo Daniel Chérix subraya, sin embargo, que existe una solución.

De hecho, es posible controlarlas, o incluso erradicarlas, haciéndolas absorber la hormona juvenil. “Es un producto que no es tóxico”, afirma. “Es un producto que los insectos sintetizan y utilizan para el desarrollo de las larvas y para la reproducción”.

El biólogo explica que al aumentar la cantidad de hormonas juveniles en la dieta de las hormigas, “las reinas dejarán de poner huevos y al cabo de tres semanas o un mes, la sociedad decaerá”. “Así podemos controlar esta hormiga sin usar pesticidas, lo cual no es tan malo”, concluye.

Natacha Van Cutsem/edel

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