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Nacido en Francia, se hizo francés… a los 73 años, en Chartres, durante una ceremonia de naturalización.

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Este martes 26 de noviembre se celebró la ceremonia anual de naturalización en el Hôtel de Ligneris de Chartres. Una veintena de habitantes de Eure-et-Loir se convirtieron en franceses.

Grandes sonrisas en los labios, rostros orgullosos, los veinte hombres y mujeres de todas las edades, reunidos en el hotel Ligneris, en Chartres, y de todas las nacionalidades, se convirtieron oficialmente en ciudadanos de la República, esta tarde, martes 26 de noviembre. Vernouillet, Champrond-en-Perchet, Berchères-Saint-Germain… todo Eure-et-Loir también estuvo en el centro de atención.

Y tú, ¿pasarías el examen de nacionalidad para convertirte en francés?

“No es sólo un acto administrativo, es un compromiso que tiene sentido, especialmente en términos de valores, pero también un compromiso para construir la convivencia”, declaró el prefecto de Eure-et-Loir, Hervé Jonathan.

Convertirse en francés, un motivo de orgullo

Al llegar a Francia en 2013, solicitar la naturalización fue una decisión lógica para Ahmed Mestari, conductor privado. Vive en Chartres desde 2015 y está casado con una francesa, gracias a este compromiso Ahmed pudo presentar su solicitud: “Tenía un permiso de residencia de diez años y lo presenté. Es importante para mí. Llevo once años en Francia y ya me considero francés. Tengo tres hijas con mi esposa, era necesario hacer este pedido. »

Para otros, ser oficialmente francés no es un fin en sí mismo. Cornelis Brussee, de 73 años, acaba de recibir su naturalización con “el primer principio de poder votar”.

Un largo proceso

Sin embargo, él nació… en Francia y nunca se fue. Sin embargo, nació de padres neerlandeses y recibió automáticamente la nacionalidad neerlandesa, sin beneficiarse de sus derechos de origen. A pesar de una formación y una carrera de cuatro décadas en territorio francés, su proceso de naturalización lleva ya cuatro años en marcha e incluso ha encontrado negativas.

“¡Me dijeron que tenía que hacer exámenes de idioma! », sonríe el septuagenario. Pero la tercera es la buena: “¡Por ​​fin soy francés para siempre, podré votar!” »

Théo Alleaume y Éloïse Pinto

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