Marruecos extiende la alfombra roja a los jubilados occidentales. La exención de impuestos, a la que se puede acceder simplemente abriendo una cuenta bancaria local, constituye una gran ventaja. El coste de la vida, claramente inferior al de Francia, convence finalmente a los candidatos a marcharse. Una pareja entrevistada por TF1 Info afirmó que pagan un alquiler de 800 euros por una casa, 50 euros por la electricidad y 50 dirhams (unos 5 euros) por el agua al mes. Con una pensión de 2.800 euros, vivir cómodamente se convierte en un juego de niños.
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Agadir también ofrece precios muy competitivos en productos alimentarios. “Con diez euros tenemos fruta y verdura para la semana, para dos personas”, dice un jubilado. La oportunidad de vivir mejor con menos empuja a muchos franceses a dar el paso. “Una señora en el avión nos dijo que con 1.000 euros al mes tenía alojamiento, comida e incluso podía tomar el avión una vez al mes para ver a sus hijos”, cuenta un matrimonio conquistado.
A pesar de esta imagen idílica, una sombra se cierne sobre Agadir: el calentamiento global. Si el sol brilla 340 días al año, los episodios de sequía y temperaturas abrasadoras, con picos de 50 grados registrados en 2023, son cada vez más frecuentes. La agricultura intensiva, que abastece a los puestos europeos de frutas y verduras baratas, agrava la situación al agotar las reservas de agua. Un desafío medioambiental que, por el momento, no parece frenar el entusiasmo de los jubilados por este soleado destino.
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