Este miércoles 20 de noviembre, la gendarmería de Tain-l’Hermitage fue escenario de una operación insólita. Hacia las 11:30 horas, un hombre de cuarenta años se presentó en el cuartel con, en el maletero de su coche, seis casquillos que probablemente databan de la Segunda Guerra Mundial.
Un enfoque bien intencionado
Mientras clasificaba en una casa familiar, el hombre descubrió esta munición almacenada durante años encima de una chimenea. Según informa France Bleu, consciente del peligro que pueden representar este tipo de objetos, prefirió llevarlos a la gendarmería, creyendo que no se trataba de residuos comunes y corrientes que debían depositarse en un centro de reciclaje.
Movilización de desminadores y medidas de seguridad.
Ante esta situación, la policía activó de inmediato el protocolo de seguridad. Se estableció un perímetro en el aparcamiento del cuartel y se pidió refuerzos a los expertos en desactivación de bombas de Lyon. Durante su intervención, que se prolongó hasta las 14.30 horas, se confinó por precaución el cuartel, la residencia de ancianos vecina y una casa situada enfrente.
Los proyectiles, de pequeño tamaño (20 mm y 37 mm), resultaron inofensivos, pero su neutralización requirió el movimiento de especialistas para garantizar la ausencia de peligro.
Un recordatorio para estar atentos
Al finalizar esta intervención, los gendarmes quisieron reiterar la importancia de no manipular ni transportar nunca este tipo de objetos. En caso de descubrimiento de municiones, es imprescindible ponerse en contacto con las autoridades competentes, la gendarmería o la policía, que serán responsables de garantizar un tratamiento seguro.
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