lo esencial
A sus 26 años, Loïc Ducasse decidió movilizarse durante una acción de los Jóvenes Agricultores de Tarn-et-Garonne, el jueves 21 de noviembre de 2024 en la base logística Grand Sud de Montbartier. Desde su instalación hace cinco años, lamenta haber experimentado “sólo un buen año” de cosecha.
Son poco más de las 15 horas del jueves 21 de noviembre de 2024, en el cruce de la carretera departamental 928 y la avenida de las Gloires de Montbartier, en Tarn-et-Garonne. Han pasado cinco horas desde que el sindicato de los Jóvenes Agricultores tomó posesión de la rotonda de acceso a la base de Grand Sud Logistique. La operación se enmarca en el movimiento de protesta agrícola.
Ese día, la sección local de Lomagne decidió invertir en este punto estratégico de gran distribución en el departamento. Con un objetivo concreto: “Aquí es donde se hace el alquiler de tiendas”, explica Damián, uno de los dos copresidentes del JA 82 local. “Sabemos que las estanterías empiezan a vaciarse. Es en este momento. que la población se dé cuenta de que es por culpa de los agricultores que los estantes están vacíos y los platos también.”*
“Acepté esta profesión por pasión”
A los lados de la vía departamental, decenas de vehículos pesados están detenidos. Obligados a esperar el final de la acción de los agricultores, que finalmente levantaron el campamento alrededor de las 18.00 horas. Tres horas antes, Loic Ducasse era uno de los treinta manifestantes. Acaba de salir del habitáculo de un vehículo utilitario cuando accede a contar su historia.
Loic es hijo de un granjero. “Empecé este oficio por pasión. Amo la tierra, la cultivo. Produzco cereales y ajos, como cualquier buen Lomagnol”, sonríe el hombre que juega al rugby los fines de semana para distraerse del día a día. “Mi pareja me dice que deje de hacer eso, que busque otro trabajo, pero me resulta complicado poner fin a esta vida”, asume el joven de 26 años.
“Sólo tuve un buen año”
Sin embargo, Loic vive una situación bastante compleja en relación con los cereales que produce. “En cinco años de instalación, solo he tenido un año bueno. Hace dos años vendimos 500 euros por tonelada. En 2024, serán 210 euros”, compara este vecino de Gimat, un pueblo fronterizo con Gers. “Los costos de producción son cada vez más altos y las variaciones de precios son impredecibles y mucho mayores que hace unos años”.
El joven granjero, que se instaló independientemente de la granja de sus padres, ha hecho sus cuentas. “Una vez pagados los insumos, las cargas, los créditos y los seguros, en 140 hectáreas de producción combinadas, me quedan 8.000 euros para vivir al año. Es ridículo”, explica, sin sacar las manos de los bolsillos, protegiéndose así. su herramienta de trabajo del viento helado que azota el lugar de la manifestación.
“Vamos a traer productos de menor calidad”
En el hartazgo que le llevó a manifestarse, Loic Ducasse tiene evidentemente en el punto de mira el Mercosur. “Vamos a traer productos de peor calidad que los que producimos”, asfixia a los gimatois, y a un precio mucho más bajo que el nuestro, que serán comprados por los consumidores. Hoy, no miran más que el precio. , y mucho menos la procedencia, porque prefieren destinar el dinero a otros gastos”, analiza Loic.
Según él, en esta competencia desleal también juega un papel importante la elección de los distribuidores. “¡Venden nuestros productos con márgenes demasiado altos! Y, al mismo tiempo, nos niegan la comida porque encuentran pequeños defectos. Pero prefiero vender todo a un precio más barato que tirar dieciséis toneladas de ajo de las sesenta”. Producido el año pasado porque hay un defecto.
“Queremos golpear la mesa con los puños”
Y Loic toma el ejemplo de su padre. “Cuando se creó, a principios de los años 90, las cosas todavía iban bien. Trabajamos en superficies más pequeñas, podíamos cambiar de tractor con bastante regularidad. Hoy en día ya no podemos permitírnoslo. Lo hacemos, como máximo, en superficies grandes. Y si miras a tu alrededor, no quedan tractores nuevos. Todos tienen al menos quince años”, comenta el productor de ajos.
Estas son las razones que le llevaron, personalmente y en solidaridad también con sus compañeros, a movilizarse. “No nos manifestamos por gusto. Queremos golpear la mesa con los puños para decir que ya no podemos arreglárnoslas”, concluye Loic.
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