Pesadas nubes en tonos antracita cuelgan sobre nuestras cabezas. El cielo está tan bajo que podría tocar las copas de los árboles que el viento intenta despeinar desde hace semanas. Este final de otoño acaba de atrapar en sus redes la campiña de Corrèze y envuelve estas hileras de vides en una niebla algodonosa.
Sí, vides, aquí, en las alturas del valle de Auvézère, un pequeño río, uno de cuyos meandros acoge majestuosamente el pueblo de Ségur-le-Château en su península. Su emplazamiento único, los restos de su castillo, sus casas pintorescas y sus calles medievales lo convierten en uno de los pueblos más bellos de Francia.
Un granero convertido en bodega
Es allí, en los límites de Dordoña y Alto Vienne, donde se encuentra este pequeño viñedo en esta ladera orientada al sur. Muy cerca de la parcela, una finca y un granero. Estamos avanzando. Se abre la puerta del augusto edificio. Con una sonrisa en los labios, ojos azules y pelo rizado, Mathieu Puel nos da la bienvenida.
Seguimos al dueño y entramos al granero. En esta amplia nave no hay suciedad, olores vacunos y olores propios de la oscuridad de los graneros de nuestra comarca tradicionalmente dedicados a la ganadería.
No, en el interior, en un ambiente con temperatura y humedad controladas, nos encontramos con tinas, toneles, botellas de acero inoxidable. Bienvenidos a la bodega de Repaire Mas Ségur.
La espléndida renovación del granero se la debemos a Mathieu Puel. Hay que decir que en su vida anterior, la de enólogo de Corrèze, este tolosano fue arquitecto afincado en París. Arquitecto patrimonial, hoy especializado en la rehabilitación de bodegas.
Por lo tanto, una pregunta arde en nuestros labios: ¿cómo llegamos a Corrèze después de un viaje así? Para entender la génesis del proyecto hay que retroceder en el tiempo, cuando Mathieu y su mujer, Astrid, decidieron restaurar una casa familiar en 2008.
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