“De verdad, el mar huele muy bien…” El joven Luqman regresa con este recuerdo de Sables-d’Olonne, compartido con los veinte alumnos de su clase CE1/CE2 y los siete alumnos de la escuela Ulis de Jean-Moulin, en Boé. Este año siguen a una regatista de la Vendée Globe, Justine Mettraux. Y como Frédérique Bolognini no hace nada a medias, llevó a los estudiantes al punto de partida de esta carrera legendaria, el pontón Sables-d’Olonne. Los alumnos de secundaria de Ducos-du-Hauron los acompañaron en su radio web.
“Descubrí que la navegación tenía verdaderas virtudes educativas, para comprender los océanos, las nociones de latitud, longitud…” explica el profesor. Por eso, cada año, sigue una carrera con sus alumnos. Pero este año, con la ayuda de la ciudad de Boé y de toda la escuela, alcanzó un hito. “Jean-François Judit, uno de los tenientes de alcalde, trabaja en De Sangosse, cliente de Teamwork, patrocinador del barco de la capitana Justine Mettraux”, explica Bérangère Tournemie, profesora de la clase Ulis. “Durante una reunión del consejo escolar, nos preguntó si estaríamos interesados. » Todas las miradas se volvieron unánimemente hacia Frédérique. La aventura se lanzó. Una aventura excepcional, ya que esta carrera en solitario sin escalas y sin asistencia sólo se realiza una vez cada cuatro años.
Más allá de la geografía, “esta experiencia nos brinda la oportunidad de trabajar la empatía”, subraya Frédérique Bolognini. Qué pasa cuando es difícil, cuando hay abandono…”
“Al principio no sabíamos nada de la Vendée Globe”, dicen los estudiantes. Desde entonces lo han compensado. Si Justine Mettraux es su brújula para esta regata, cada alumno ha elegido un patrón. “Tampoco sabíamos qué era”, explica Nayel. Cada día, los niños observan dónde están los corredores y anotan su progreso en un mapa. “Hay incluso navegantes con discapacidad”, explican. Algo que les conmueve porque los siete alumnos del sistema Ulis también están navegando en la aventura.
Su mascota a bordo
El encuentro con Justine Mettraux no fue sólo virtual. Durante estos tres días en Sables-d’Olonne, los escolares tuvieron la oportunidad de entrevistar a la joven. Desde su animal favorito (“¡la ballena!”), hasta lo que siente cuando está sola en el mar, los pequeños reporteros cumplieron su papel al máximo. Incluso le confiaron su mascota, una oca llamada Léonie, que el capitán suizo llevó consigo. Hoy en día, el contacto se realiza principalmente a través de las redes del navegador. “Justine estaba a la cabeza hace unos días. ¡Le enviamos un mensajito! », sonríen Imrane y Neila. Y el marinero incluso tuvo tiempo de presentar a Léonie y a todas las mascotas que viajan con ella.
La aventura durará hasta después de Navidad. Pero los recuerdos del rocío del mar, la arena y este océano que huele tan bien no desaparecerán.
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