Hotel Imperial
Categoría :
5 estrellas
Precio :
desde 580 € / noche – en base a habitación doble
La opinión de Le Fígaro
8/10
«Quédate en el Imperial y siéntete como un Emperador», dicho charlie chaplin. Este palacio en el que se alojó acoge a la élite vienesa e internacional desde hace siglo y medio. De la reina Isabel II a Michael Jackson, de Gorbachev a Mick Jagger, de Sinatra a Lady Gaga, de Hitchcock a Wes Anderson (que se inspiró en El gran hotel Budapest)… La lista es larga de todos los dignatarios, cabezas coronadas y celebridades que se han alojado en el Imperial. Originalmente residencia del duque Felipe de Württemberg y su amada esposa María Teresa, este palacio que data de 1865 se convirtió en hotel en 1873, con motivo de la Exposición Universal de Viena. El establecimiento con su rica historia se unió a la “Colección de Lujo” de Marriott en 2016.
la situacion
10/10
Soñado. En el Ring, en el Innere Stadt. Salimos del metro y nos encontramos frente a la Ópera. A pocos minutos a pie aparece la fachada neorrenacentista del hotel. El Musikverein (la Filarmónica, donde se ofrece el tradicional concierto de Año Nuevo) está justo detrás. ¿Quieres Jugendstil? El pequeño palacio de la Secesión y su Frisé Beethoven Klimt firmado están a tiro de piedra. Cruzamos Karlsplatz, echamos un vistazo a los pabellones Art Nouveau de Otto Wagner al pasar y aquí se encuentra la maravillosa iglesia barroca de San Carlos. Un corto paseo conduce a la catedral de Saint-Etienne y al Graben. En cuanto al espléndido Belvédère, se encuentra a tres paradas de tranvía. Y en cuanto al Palacio de Schönbrunn, bastan apenas quince minutos en metro para llegar.
Hotel Imperial, Kärntner Ring 16, 1015 Viena. Semejante. : +43 1 501 100. Metro: Karlsplatz (líneas U1, U2 y U4).
la decoracion
9/10
Nada más atravesar la puerta giratoria, el tono lo marca el amplio vestíbulo donde se encuentran los retratos de los primeros propietarios. ¡En tiempos del Duque era un patio que albergaba establos! El Imperial Bar, con sus cómodos sillones, su piano y su inmensa lámpara de araña, es igualmente monumental. Subimos por la escalera real, ¡mucho mejor que el ascensor! – para acceder a las 79 habitaciones y 59 suites: arriba le espera el retrato de cuerpo entero del emperador Francisco José, que iba regularmente al Imperial para encontrarse con los grandes de este mundo. Sin olvidar el de la bella Sissi, de larga melena salpicada de estrellas de diamantes. Por todas partes, estatuas, cuadros, mármoles, oro y ricos artesonados de altura vertiginosa. Todo recuerda el esplendor del Imperio austrohúngaro.
las habitaciones
10/10
La Suite Sisi probada (n° 78, doble, 65 m2, a partir de 1.050 euros por noche, “desayuno buffet con champán” incluido), muy romántica, es un modelo en su género con sus techos de 6 metros de altura, sus molduras, su seda azul tapices y pesadas cortinas de terciopelo, su vestíbulo y salón con muebles antiguos… Sin embargo, cuenta con dos televisores y todas las comodidades digitales. La ropa de cama es cómoda y suave. Por supuesto, el “servicio de palacio”: bebidas, fruta fresca y dulces le esperan a su llegada. Y sobre las almohadas, cada noche, un toque delicado: la Torta Imperial, en formato petit four (leer más). Pero lo que nos enamoró fue el hermoso y espacioso baño de mármol italiano rosa (servicios de Byredo).
Tour visual del Hotel Imperial
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Servicio y equipamiento
9/10
La acogida es digna de un palacio, pero cálida y nada sofocante. El personal, sonriente y adorable, cuida mucho. Los mayordomos son atentos y el servicio de habitaciones no es una palabra vacía. Aquí, el conserje es una institución y, previa petición, le reservará una mesa, un espectáculo, un concierto… Todo es posible, nos dicen. Paseamos por los acogedores pasillos sintiéndonos como en casa. Además del bar, restaurante y cafetería, el establecimiento cuenta con salones de recepción históricos. Sala de fitness, pero no hay piscina ni spa. ¿Pero venimos a Imperial para eso?
- Gimnasia
- Restaurante
En la mesa y en la barra
6/10
Como el restaurante gourmet (Opus) estuvo cerrado durante nuestra estancia, no pudimos probarlo. El Café Imperial, que alguna vez contó con Gustav y Alma Mahler, Sigmund Freud y Stefan Zweig entre sus clientes habituales, sirve especialidades locales, como el Wiener Schnitzel, un abundante schnitzel con empanizado ligero e inflado (36 €). Si el tiempo lo permite, prefiera la terraza a los bancos antiguos de la habitación, que se ha vuelto un poco lúgubre.
El desayuno, servido de 7 a 11 horas, contrasta con el resto de servicios del hotel. En una habitación algo pequeña y mal decorada nos sentamos en el buffet bajo unas luces de neón poco favorecedoras. El servicio es un poco impersonal, el clásico desayuno. Por otro lado, partiremos con la Torta Imperial en el equipaje, una especialidad de la casa elaborada con chocolate y mazapán. Que no cunda el pánico: se conservará durante seis semanas en un lugar fresco.
Valor por dinero
7/10
Evidentemente, los precios de las habitaciones y suites son elevados, pero la habitación doble clásica (30 m2) comienza en 580 euros la noche, con “desayuno buffet con champán” incluido. Para hacer una vez en la vida para completar la experiencia de la Viena imperial.
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