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La increíble confesión de Thierry Henry

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Si bien el Mundial representa el santo grial para cualquier futbolista, Thierry Henry experimentó algo más fuerte durante los Juegos Olímpicos.

Thierry Henry tiene uno de los mejores récords del fútbol francés. Ganador de la Ligue 1, de la Liga, de la Premier League y de la Liga de Campeones a nivel de clubes, el nativo de Les Ulis también ganó el Mundial con los Bleus en 1998, luego la Eurocopa en 2000 antes de volver a jugar la final del Mundial en 2006 en Alemania.

Para la mayoría de los jugadores coronados el 12 de julio de 1998 contra Brasil, este título de campeón del mundo constituye el mejor recuerdo de su carrera. No sólo porque escribieron la página más bonita del fútbol francés sino también por la comunión con todo un país. Sin embargo, Thierry Henry experimentó algo más fuerte este verano al llevar a los Bleuets a la final de los Juegos Olímpicos.

“Pensé que se había acabado”

“Personalmente, los Juegos Olímpicos superan todo por la sencilla razón de que mis hijos estaban presentes en las gradas, confió en una entrevista con GQ. Aunque habían visto videos e imágenes de 1998 y 2000, yo no había podido compartir tales emociones con ellos y con mi país. Después del pitido final contra España, el competidor que hay en mí estaba disgustado por no devolver el oro al equipo de Francia, pero al ver a mis hijos felices en las gradas, me di cuenta de que lo habíamos hecho. »

“Durante mi carrera como jugador nunca logré poner las cosas en perspectiva de esa manera”, continuó. Salí al campo a reunir al equipo y les dije: “No os avergoncéis, no os decepcionéis, tenéis todo mi respeto”. »
Esta epopeya, compartida con sus jugadores – “los locos”, como le gustaba llamarlos – sigue siendo única a sus ojos.
“He vivido muchas cosas en mi carrera: una final del Mundial ganada y otra perdida, una final de la Liga de Campeones perdida y otra ganada, la Eurocopa 2000, títulos de campeonato… Pero, sinceramente, no pensé que podría volver a conectarme así. con el público francés. Pensé que se había acabado”, dijo después de recordar los obstáculos que tuvo que afrontar.

“Tuvimos que formar un equipo e implementar una filosofía de juego en un mes. No teníamos la experiencia de los otros equipos y algunos muchachos nunca habían jugado juntos. Argentina jugaba con cuatro campeones del mundo. España había sido campeona de Europa sub-21 y tenía cinco o seis años de experiencia en común. A pesar de todo, logramos llevar gente con nosotros”. se regocijó al recordar el momento más fuerte de esta historia: “El momento en el que el Parque de los Príncipes cantó espontáneamente La Marsellesa mientras los jugadores subían al podio quedará grabado para siempre en mi memoria. Sentí una cohesión extraordinaria”.

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