La inflación nunca ha tenido un impacto tan significativo en el poder adquisitivo de los hogares. Si bien las autoridades han intentado frenar el aumento de los precios mediante diversas medidas preventivas, está claro que la situación sigue siendo preocupante. A pesar de estos esfuerzos, los precios de los productos de consumo cotidiano siguen aumentando, lo que ejerce presión sobre las finanzas de las familias, especialmente las de las más vulnerables.
En Casablanca, especialmente en los barrios populares, incluso los productos básicos están experimentando un aumento significativo. Las legumbres, que hasta ahora eran una alternativa barata para los hogares de bajos ingresos, no son una excepción a la regla. En invierno, los precios de los frijoles secos y las lentejas, particularmente populares entre las familias de bajos ingresos, aumentaron significativamente. El kilo de judías secas se vende actualmente entre 20 y 24 dírhams, según la calidad, mientras que el precio de las lentejas varía entre 14 y 19 dírhams. Hace apenas unos meses, esos precios eran inimaginables. Este aumento de los precios de las legumbres, tradicionalmente accesibles, no hace más que aumentar aún más el coste de las compras.
El aumento de precios también afecta a las hortalizas. En Casablanca, las patatas, alimento básico de muchas familias, se venden ahora a 8 dirhams el kilo, un precio que hasta hace poco se consideraba excesivo. Los tomates también cuestan 8 dírhams o más, mientras que las judías verdes alcanzan casi los 15 dírhams el kilo.
Estos precios ya son altos para los residentes de barrios de clase trabajadora, pero en áreas más exclusivas, los precios pueden alcanzar niveles más altos, a veces mucho más allá de lo que la mayoría de los consumidores pueden pagar. Los comerciantes, que se enfrentan a una demanda cada vez mayor y a una inflación galopante, no dudan en ajustar los precios para maximizar sus beneficios, en detrimento de los consumidores.
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El sector pesquero y cárnico tampoco es ajeno a esta dinámica. En el pasado, las sardinas, consumidas por todas las categorías sociales, eran un producto barato. Hoy en día, el precio del kilo de sardinas ha aumentado a 25 dirhams, un precio que está muy por encima del alcance de muchas familias. En cuanto a los pescados más refinados, como el merlán y el lenguado, sus precios han alcanzado nuevos máximos, vendiéndose a 120 y 100 dirhams el kilo respectivamente. Para muchos consumidores, comprar estos productos alimenticios que antes eran accesibles se está convirtiendo ahora en un lujo.
Esta inflación conduce, de hecho, a un deterioro de la calidad de los alimentos para las familias, que, para preservar su presupuesto, se ven obligadas a reducir el consumo de estos productos esenciales. Las carnes, en particular la de vacuno, también se han vuelto inaccesibles para muchos. El precio de la carne ha alcanzado niveles preocupantes, oscilando entre 91 y 93 dírhams el kilo para la carne de vacuno, y entre 120 dírhams y más para la carne de ovino. Las carnes rojas, que alguna vez fueron consumidas con frecuencia por las familias marroquíes, se están convirtiendo así en un producto de lujo, reservado para aquellos que pueden permitirse el lujo de sacrificar otros gastos.
Evolución de la inflación: De 2019 a 2024, una crisis marcada por las subidas de precios
En 2019, Marruecos registró la tasa de inflación más baja de su historia, con un aumento del índice de precios al consumo (IPC) de sólo el 0,2%. Esta fue una tasa excepcionalmente baja en comparación con otros años. Sin embargo, la situación cambió drásticamente a partir de 2020, con el inicio de la crisis sanitaria mundial, que trastocó la economía mundial. En 2021, la inflación alcanzó el 1,4%, pero no fue hasta 2022 que la situación se volvió crítica. Luego, la inflación aumentó al 6,6%, una tasa récord en más de 30 años, debido en gran parte al aumento de los precios de los alimentos (+11%) y del combustible (+42,3%). Este pico inflacionario ha afectado profundamente la vida cotidiana de los marroquíes y ha exacerbado las desigualdades sociales. Antes de 2021, la inflación se mantenía por debajo del 2%, lo que permitió estabilizar la economía. Pero los acontecimientos mundiales, en particular la crisis sanitaria y las tensiones geopolíticas vinculadas a la guerra en Ucrania, han tenido repercusiones directas sobre los precios en Marruecos.
Las presiones inflacionarias continuaron en 2023, alcanzando una tasa del 6,1%. Este aumento fue impulsado por presiones persistentes sobre los precios de los productos alimenticios locales, como verduras, carnes y aceite de oliva. Los crecientes costos de producción, en particular los relacionados con el riego, los fertilizantes y los piensos para el ganado, también han contribuido a mantener la presión sobre los precios.
Aunque las previsiones para 2024 sugieren cierta estabilidad, se espera que la inflación siga aumentando hasta alcanzar el 2,7% en 2025, según los expertos del Bank Al-Maghrib. Además, se espera que el componente subyacente de la inflación, que refleja la tendencia fundamental de los precios, se mantenga en un nivel elevado del 2,1% en promedio, lo que significa que es probable que los aumentos de precios persistan durante algún tiempo.
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