Al margen de la cumbre del G20 en Brasil, la Comisión Europea espera firmar el acuerdo de libre comercio con los países del Mercosur. El cuarto bloque económico del mundo, Mercosur, representa más del 82% del PIB total de América del Sur. Un mercado considerable del que la Unión Europea espera beneficiarse a través del acuerdo de libre comercio apoyado por Ursula van der Layen. Este tratado, que prevé la eliminación de derechos de aduana para el 90% del comercio, permitiría a las empresas europeas exportar productos o servicios a un precio competitivo, en particular en los sectores del automóvil, la química y la farmacia. Por el lado del consumo, los europeos podrían beneficiarse de productos agrícolas y alimentarios, en particular carne, arroz, soja o azúcar, a precios baratos. Beneficios que se pagan al precio de importantes emisiones de CO2 en el transporte de mercancías a través del Atlántico, “competencia desleal” para determinados sectores productivos y consecuencias nocivas para la salud de los consumidores europeos. ¿Por qué el acuerdo UE-Mercosur cristaliza la ira de los agricultores franceses? Al contrario, ¿cuáles son los beneficios de este tratado para la Unión Europea? ¿Cómo influye este acuerdo en el suministro de alimentos de los europeos, en la industria alemana y en el clima?
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Las críticas a este acuerdo proceden principalmente de Francia, donde los ganaderos, agricultores y viticultores temen verse gravemente afectados por la competencia sudamericana en el mercado europeo. De hecho, si bien el acuerdo facilitaría la actividad de la industria automovilística alemana, también abriría la puerta a la importación masiva de productos agrícolas que no respetan las normas de la Unión Europea. “Estamos hablando de carne vacuna con hormonas, pollos aceleradores de crecimiento (…) Europa no debe ser un colador y no puede importar productos que no cumplan ninguno de nuestros estándares. No queremos una agricultura que ‘nos negamos a producir en Europa’.denuncia el presidente de la FNSEA, Arnaud Rousseau. A esta “competencia desleal” se une la crítica a un modelo económico perjudicial para el clima y la alimentación, que favorece la importación de carne vacuna criada con hormonas, genera importantes emisiones de CO2 y promueve problemas de salud, aumentando la deforestación en América, mientras Europa produce agricultura localmente. y una ganadería mucho más saludable para la salud de los consumidores. Sin embargo, además de promover el crecimiento europeo y aumentar el poder adquisitivo de los europeos, este acuerdo sería estratégico para la Unión Europea, ya que permitiría diversificar socios y abastecerse de minerales estratégicos como el litio, en un mundo cada vez más polarizado. La futura jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, recuerda también que “si no llegamos a un acuerdo con ellos [les pays du Mercosur]este vacío lo llenará China”.
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En apoyo de los agricultores, la clase política francesa en su conjunto está, con una rara unanimidad, en armas contra este tratado. El gobierno francés presiona para que se firmen tres condiciones para firmar el tratado: no aumentar la deforestación importada en la Unión Europea, garantizar que el acuerdo sea consistente con el acuerdo climático de París e introducir medidas espejo en materia sanitaria y ambiental para que Mercosur respete los mismos estándares. como la Unión Europea.
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