Incluso defecaron bajo una estatua de la Santísima Virgen, lamenta el presidente de la parroquia de Soyhières, François Goudron. El alcalde Christian Zuber busca resolver la situación con toda la buena voluntad del mundo, aseguró la semana pasada en la asamblea municipal. Pero la policía ya ha invadido su pueblo unas ocho veces para hacer frente al mismo grupo de niños que aterroriza el barrio desde julio y los problemas continúan.
Núcleo duro
Él mismo llegó a buscar a uno de los mocosos que habían orinado en la plaza pública para que se lo limpiaran ante sus ojos. Luego terminó denunciando el caso ante la Autoridad de Protección de Niños y Adultos (APEA), de quien aún no tiene noticias.
Son un núcleo duro de “tres o cuatro”. Tienen entre 8 y 10 años, provienen de la misma casa y llegaron este verano a Soyhières desde la Suiza alemana. La lista de su inmundicia es tan larga como dos brazos. “Esto realmente va más allá de los límites”, lamenta Christian Zuber.
Fueron muy violentos en la iglesia y en sus alrededores. Orinaron debajo de un banco, ennegrecieron un mantel debajo del altar, robaron velas, rompieron otras, quemaron fotografías religiosas. También tuvimos que ir a buscarlos varias veces al cementerio, donde pateaban las tumbas. El presidente de la parroquia decidió presentar una denuncia.
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