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A. ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN
I. Descripción de la crisis
El 8 de septiembre de 2023, Marruecos fue azotado por un terremoto de magnitud 6,8, con epicentro en las montañas del Alto Atlas, a 71 km al suroeste de Marrakech. Seguido de una réplica de magnitud 4,9, el terremoto causó importantes daños a edificios e infraestructuras esenciales en las provincias de El Haouz/Marrakech, Chichaoua y Taroudant, así como en Ouarzazate y Azilal.
Las aldeas remotas cercanas al epicentro en las montañas del Atlas sufrieron daños importantes y los servicios de emergencia tuvieron dificultades para llegar a las personas afectadas debido a los daños en las carreteras y al terreno accidentado.
Las autoridades informaron de unas 3.000 víctimas humanas y unos 6.000 heridos, así como de casi 60.000 casas destruidas o dañadas en zonas urbanas, periurbanas y rurales. Las escuelas, los centros de salud y otras instalaciones públicas también sufrieron graves daños.
Los daños a viviendas e infraestructuras críticas son importantes en todas las zonas afectadas, lo que genera una necesidad urgente de refugio y asistencia doméstica esencial. Hasta el día de hoy, muchas personas siguen viviendo en campamentos de tiendas de campaña cerca de sus hogares dañados, y otras se encuentran hacinadas en sitios comunitarios de “desplazamiento” o en refugios informales que carecen de electricidad, agua y saneamiento, seguridad y privacidad adecuados.
Las instalaciones de agua y saneamiento han resultado gravemente dañadas o destruidas en muchas comunidades, lo que exacerba el riesgo y la propagación de enfermedades derivadas de fuentes de agua no tratadas, prácticas deficientes de higiene y defecación al aire libre.
Las enfermedades transmisibles, en particular, amenazan a las personas que viven en hacinados campamentos de tiendas de campaña.
Los servicios de atención primaria de salud se han visto interrumpidos en las zonas afectadas, lo que representa un riesgo importante para las personas que requieren servicios para enfermedades crónicas y atención preventiva, incluidos niños y mujeres embarazadas. Los servicios médicos, de rehabilitación y psicosociales también son limitados, especialmente para las personas que viven en zonas rurales, mientras que la interacción con las personas afectadas ha demostrado la necesidad de proporcionar servicios de salud mental y apoyo psicosocial, así como otras formas de ayuda humanitaria.
Los grandes daños a viviendas, edificios e infraestructuras también han limitado el acceso a los medios de vida en las comunidades afectadas. Muchas personas en zonas remotas dependen del trueque para sobrevivir y han visto sus recursos destruidos o vueltos inaccesibles bajo los escombros de sus hogares dañados. La destrucción de las escuelas también obligó a muchos niños, especialmente niñas, a interrumpir temporalmente su educación primaria, y para aquellos que regresaron a la escuela, las condiciones fueron a menudo muy difíciles o, a veces, peligrosas.
Un año después del terremoto, la situación está cambiando lentamente, con la retirada de escombros y la reconstrucción. Muchas familias todavía viven con las devastadoras consecuencias del terremoto y el trauma sigue muy presente. Para muchos hogares, pensar en restablecer las condiciones de vida normales es todavía prematuro y mudarse a una casa digna sigue siendo su prioridad.
Fuente: Reliefweb, 16/11/2024
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