Casi un milagro en el contexto de las coordenadas GPS. Un hombre de 81 años, que padecía problemas de memoria, fue encontrado este domingo a primera hora de la tarde después de haberse perdido en medio del bosque el día anterior, cerca de la localidad de Bantzenheim, en el Alto Rin, informan nuestros compañeros de Latest Noticias de Alsacia.
El sábado a media tarde, la familia de Maurice está preocupada. El octogenario, que salió a caminar al final de la mañana, aún no ha regresado. Inmediatamente se dio la alerta a la policía local y a los bomberos. Como se acostumbró a dar largos paseos, sus hijas le equiparon con un reloj conectado que le permitía geolocalizarse.
Al consultar las coordenadas del GPS, su esposa se da cuenta de que la última señal apunta a una carretera departamental. Los familiares del octogenario y la policía acudieron rápidamente al lugar, pero cuando llegaron, Maurice ya no estaba.
La gendarmería local publica entonces un informe de desaparición. También se avisó a los pueblos de los alrededores, así como a la policía y los bomberos alemanes, ya que la localidad se encontraba a pocos kilómetros de la frontera.
Entonces se puso en marcha un importante sistema de seguridad: un centenar de personas se movilizaron y fueron a buscar al anciano. Pero cae la noche y las operaciones se detienen por miedo a perder más personas. Al día siguiente, un equipo canino y un helicóptero con cámara térmica acudieron para apoyar a los voluntarios en esta ardua tarea.
Los bomberos acabaron encontrando el rastro de Maurice, que “terminó siendo encontrado en un lugar por donde ya habíamos pasado el día anterior: pasamos por allí una segunda, luego una tercera vez, más lentamente, con más cuidado, y fue allí donde Lo vi levantar la mano hacia nosotros”, explica Grégory Buch, yerno del octogenario, a France 3. El hombre se encontraba en un radio de 200 m alrededor de la última señal GPS enviada.
Sin beber ni comer durante varias horas, Maurice pasó la noche al aire libre, bajo un frío glacial, ya que el mercurio había bajado a 2°C durante la noche. “Es duro, eso es seguro. Pero hay que decir que lleva un año caminando una media de 3 o 4 horas diarias. De lo contrario, no sé si habría resistido”, respira Grégory Bluch.
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