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“Fui un esclavo en manos de los propios portugueses, en otro país”

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En los albores de su cumpleaños número 26, Leonor Sá es una joven llena de aspiraciones. Violonchelista de música barroca, el portugués dejó Oporto hace cuatro años para realizar un máster en música clásica en Bruselas. Hoy se prepara para iniciar su carrera profesional, y este salto se producirá en Luxemburgo, donde se mudó hace poco más de un mes, en septiembre.

Llegó al Gran Ducado por amor. Durante sus tres años de estudios en Bruselas, se enamoró de un colega luxemburgués del conservatorio. Tras obtener su máster, la portuguesa decidió continuar en el extranjero, “donde hay más oportunidades profesionales en el estilo musical barroco”.

La joven podría haberse quedado en Bélgica, pero la pareja quería algo más que una relación a distancia. Leonor vino entonces a Luxemburgo a vivir con su pareja, también músico y que ya trabajaba en el país. “Para nosotros es fácil vivir en una casa de la familia de mi novia, con un alquiler muy bajo, lo cual está muy bien”, explica Leonor Sá a Contactosonriendo.

Se dice “optimista” sobre las posibilidades que ofrece Luxemburgo, su nuevo país, donde “la experiencia es positiva”. Valora la “amabilidad” de la gente, la organización que existe en el país y la ubicación estratégica con fácil acceso a diferentes países. Leonor también valora la buena red de transporte público gratuito.

Una de las mayores sorpresas, como confiesa riendo, fue descubrir cuántos portugueses viven en Luxemburgo, porque se oye mucho portugués en la calle.

“Todo va bien”

“Todo va bien. Inmediatamente envié CV y ​​ya estoy en la orquesta barroca luxemburguesa Ad Libitum, con varios conciertos previstos. También envié una solicitud a la Filarmónica, lista para trabajar en lo que necesiten, ya que estoy en mi entorno. Ya recibí la respuesta de que me iban a llamar para una entrevista”, dice de buen humor.

Sin embargo, Leonor Sá también busca trabajo en otros ámbitos. A estas alturas de su carrera todavía no puede “mantenerse económicamente como violonchelista” y por eso necesita un trabajo. Envió solicitudes principalmente a hoteles, puestos de recepcionista o asistente, a restaurantes y oficinas.

Hablo varios idiomas. Ya sé un poco de luxemburgués y alemán, y ahora me dedicaré a aprender los dos idiomas oficiales de Luxemburgo, ya que vivo aquí.

Leonor Sa

“Pero estoy abierto a otras ofertas laborales, soy fácil de contactar y hablo varios idiomas, portugués, francés, español e inglés. Ya sé un poco de luxemburgués y de alemán, y ahora me dedicaré a aprender los dos idiomas oficiales de Luxemburgo, ya que vivo aquí”.

En música, también toca en una orquesta barroca belga y otra en Portugal. “Recientemente fui a Portugal para un concierto y regresaré pronto para otro. El problema es que sólo tenemos unos pocos conciertos al año”, explica.

Leonor Sá es violonchelista. © FOTO: DR

A medida que se acerca la Navidad, la joven se prepara para ofrecer varias actuaciones en Bélgica. “Navidad y Semana Santa son las épocas más propicias para la música barroca, con muchos conciertos”, subraya, explicando que en Europa Central este estilo clásico es muy apreciado.

El violonchelista cree en un “hermoso futuro” en Luxemburgo. Por ahora, aunque quiere diversificarse, seguirá involucrada con orquestas y futuros proyectos de música barroca. Su objetivo es poder dedicarse “totalmente a la música” y triunfar en su carrera como violonchelista.

Los que emigran y los que se van

Luxemburgo sigue atrayendo a portugueses como Sofia Sá, que vienen cada año en busca de mejores oportunidades. Pero hoy en día son casi tantos los portugueses que emigran al Gran Ducado como los que abandonan el país.

En 2023, 3.638 portugueses se establecieron en el Gran Ducado, mientras que otros 3.102 lo abandonaron, según las estadísticas de Statec. El saldo migratorio es de sólo 536 personas. En términos de entradas totales, la nacionalidad portuguesa lidera las llegadas, pero también es la segunda nacionalidad que sale de Luxemburgo, después de los luxemburgueses.

Una vida que se convierte en una pesadilla.

Rosa Freitas es una de las portuguesas que abandonó el Gran Ducado el pasado mes de mayo y regresó a Portugal tras dos años de “lucha y sufrimiento” en busca de una vida mejor en el país.

Fui explotado por los patrones portugueses en los tres cafés y restaurantes donde trabajaba y decidí regresar a mi país y a mi familia.

Rosa Freitas

Al igual que Leonor Sá, abandonó su ciudad natal de Santo Tirso en 2022, entusiasmada por la perspectiva de lo que Luxemburgo tenía para ofrecer. “Llegué dispuesto a trabajar duro, pero con la convicción de que sería un buen desafío. Lamentablemente, ese no fue el caso. Fui explotado por los patrones portugueses en los tres cafés y restaurantes donde trabajaba y decidí regresar a mi país y a mi familia. Salí muy deprimida”, dijo. Contacto Rosa Freitas, que todavía tiene dificultades para “recordar esta pesadilla”.

Los malos recuerdos eclipsan “la felicidad que siento al encontrar mi país, mis padres, mis hijos y mis nietos”. “Estoy volviendo a mi vida anterior y vuelvo a ser una persona feliz”, afirma la exmigrante, que destaca que “ama” su antiguo trabajo en una fábrica, que ha vuelto a practicar pilates y que se cuida de su jardín nuevamente.

“Hice muchos amigos en Luxemburgo, que me ayudaron a aliviar todas las injusticias que estaba viviendo profesionalmente y que me hicieron extrañar aún más mi país”, admite.

Decepción con los patrones portugueses

“Lo que más me entristece es pensar que fui esclavo en manos de los propios portugueses, de mi propia nacionalidad, en otro país. Me hicieron trabajar horas extras, no me pagaron y todavía me deben dinero. No tengo nada que decir sobre los luxemburgueses. Trabajaba en un hotel y me trataban bien”, recuerda Rosa Freitas, que decidió en el último momento dejar la restauración y trabajó en una empresa de limpieza, también de propiedad portuguesa.

“No hubo abuso, pero solo podía trabajar 20 horas a la semana, sin contrato fijo, y ni siquiera me dejaban trabajar en otro lado para hacer las 40 horas y cobrar el salario completo. El resultado: no tenía dinero ni para pagar los 800 euros de alquiler de mi estudio en Alemania y tuve que marcharme”, recuerda. Fue entonces cuando decidió regresar.

“No pude soportarlo más. Sin salario suficiente, durmiendo en casa de un amigo y completamente destrozado por la acumulación de situaciones, compré mi billete de avión y me fui.

“Estoy muy feliz en Portugal”

Hoy simplemente quiere considerar Luxemburgo como “una experiencia” de la que extrae “una lección de vida”.

“Gracias a lo vivido he aprendido a ser más resiliente, soy más madura y aprecio las pequeñas cosas que me hacen sentir bien”, dice Rosa Freitas con una sonrisa. A los pocos días de su llegada le ofrecieron un trabajo en la fábrica y ahora también trabaja los sábados en la restauración, “por diversión”.

“Me despierto por la mañana, veo el sol y quiero saludar a todos. Incluso comencé a aprender alemán en un curso online porque quería. Estoy muy feliz y muy orgullosa de la persona que soy”, afirma Rosa Freitas, que no quiere volver a salir de su país nunca más.

Este artículo fue publicado originalmente en el sitio web. Contacto.

Adaptación: Mégane Kambala

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