lo esencial
El 27 de enero de 2022, un empleado de un aserradero vio que una cortadora, normalmente utilizada para partir troncos de árboles de 2 m, le cortó parcialmente la mano.
Lo que antes parecía una mano que acariciaba las teclas de un piano, masajeaba espaldas cansadas o trabajaba en madera rebelde, ahora sólo parece una masa informe de carne. Todavía podemos ver algunos dedos acortados, torcidos en posiciones que no podemos explicar: “Hoy está hinchada. Dudé en venir a verte y en lugar de eso fui a la sala de emergencias. Me dije que tenía que estar allí”, respira Éric* en el bar del tribunal de Cahors, el jueves 14 de noviembre. Su empresario, jefe de una serrería situada en Payrignac, está siendo juzgado por “lesiones involuntarias causadas por una persona jurídica con incapacidad durante más de 3 meses en el contexto laboral”. »
“Es como si me quemaran la mano constantemente”
Fue el 27 de enero de 2022 cuando ocurrió esta tragedia que pudo haberle costado la vida. Éric trabaja en este divisor que conoce bien porque ya ha trabajado en él durante varios meses. En ese momento, se ajusta para albergar troncos de árboles que miden 1,80 m y pesan entre 80 y 120 kilos. Pero este último baúl es un poco más grande que los demás.
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Para entender por qué esto es un problema, imagine que el baúl se transporta automáticamente sobre tablas. Al final, tras un ajuste preciso, hay una especie de ranura que permite fijar la base del maletero para que el divisor pueda luego hacer su trabajo. Excepto que el maletero, al ser más grande de lo habitual, hace que este ajuste sea demasiado corto. Así es como, sin darse cuenta, Eric se encuentra con la mano atrapada entre el culo del baúl y esta herramienta de sujeción: “Es como si tu mano ardiera continuamente, lo recuerdo todo”, relata el joven, que no explica cómo su La mano terminó allí.
Su mano derecha está atascada, pero también a su derecha se encuentra el botón de parada de emergencia de la máquina. Para alcanzarlo debe inclinarse hacia un lado para que su mano izquierda lo alcance. Presa del pánico, presiona el botón situado a la altura de su pie derecho, que suele mantener siempre encima para ir lo más rápido posible con sus tareas, ya que es el botón que enciende la máquina. Mantiene el pie sobre él durante dos segundos. Pero basta que la sierra del partidor le golpee la mano: “Se la pulverizó”. »
Una vida amputada
Resultados: 14 meses de ITT, 12 operaciones en dos años. “Cada seis meses voy a urgencias”, dice Eric cuando se le hincha la mano sin motivo alguno. Además de su mano, le amputan la vida: “Siempre he sido un trabajador manual. Mis manos fueron toda mi vida. La gente me dice que sea vendedor, pero no lo soy. Me dicen que trabaje en una oficina, pero no puedo”, dice en tono desesperado.
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En este caso, la inspección del trabajo culpa a la serrería, que no formó a Eric ni respetó las normas de seguridad proporcionándole guantes adecuados, sino sólo guantes de tela que, en otras palabras, no protegen de nada. Tampoco se respetó el protocolo de seguridad. Los empleados presentes deberían haber llamado a los servicios de emergencia, pero prefirieron transportarlo al hospital de Gourdon. “Y la declaración del accidente a la inspección del trabajo ni siquiera la hizo la empresa, sino la madre de la víctima”, añade Me Yassfy, que defiende a Éric.
“No hay entrenador, es una máquina hecha a medida”, defiende el jefe del aserradero. “Nunca ha habido ningún problema en 14 años. No es que la formación interna no sea formación jurídica”, asegura el abogado defensor, que recuerda que Eric ya llevaba varios meses trabajando en ello. En cuanto a los guantes: “Podrían haber sido de acero, no habría cambiado nada. »
La decisión quedó reservada para el 21 de noviembre.
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