“Necesitamos un debate público sobre el futuro del museo. No podemos tomar esa decisión sin consultar”, dijo Pascal Hufschmid a Keystone-ATS. No puede permitirse que un inmenso patrimonio, desde la primera medalla del Premio Nobel de la Paz otorgada a 13.000 carteles hasta los archivos de prisioneros de guerra de la Primera Guerra Mundial, languidezca lejos del público.
Según el escenario previsto y que, a diferencia de otras medidas de ahorro, no podrá ser sometido a consulta en el Parlamento federal en enero, el Departamento Federal de Asuntos Exteriores (DFAE) suspenderá su subvención anual de casi 1,1 millones de francos. Eso es una cuarta parte del presupuesto del museo.
Fue invitado a participar en una licitación de la Oficina Federal de Cultura (OFC) para el período 2027-2030 que, según estimaciones de Hufschmid, podría compensar unos 300.000 francos al año. Y sin mayor garantía en caso de atribución. Sin embargo, la transferencia del DFAE a la OFC ya está en marcha.
En cualquier caso, “nos enfrentaríamos a un déficit estructural”, afirma el director. Mientras que con menos de 15 equivalentes a tiempo completo, cada empleado atiende de media a más público en comparación con los principales museos de Zúrich.
A principios de octubre, el director, al borde de las lágrimas pero combativo, deploró en la inauguración de la nueva exposición temporal una decisión que ponía en peligro “la viabilidad” del MICR. Hufschmid cree que en Berna no se tuvieron realmente en cuenta las consecuencias.
Cassis no ha venido recientemente.
“Hacemos el trabajo. Hablamos de derecho internacional humanitario (DIH) cada año con más de 120.000 personas, entre ellas 25.000 jóvenes”, insiste. De ellos, casi la mitad proviene de otras regiones del país. “No se trata sólo de una cuestión cultural ginebrina”, porque “cada cantón tiene un vínculo con la historia de la Cruz Roja y Henry Dunant es una figura nacional”, precisa el director.
Ese mismo día, un niño con aspecto de jefe de Estado pasea por el museo. Por otra parte, el Sr. Hufschmid nunca ha tenido el placer de recibir al director del DFAE, Ignazio Cassis, desde que asumió el cargo hace cinco años.
No se opone al cambio, siempre que garantice la sostenibilidad del establishment. Entre las opciones, la nacionalización no debería ser un tabú. “Es un museo tan importante para la imagen de Suiza en el extranjero como el Museo Nacional Suizo”, afirma Hufschmid.
Otro escenario posible sería que el MICR continuara ocupándose de las colecciones, que sin embargo se depositarían en una institución nacional, lo que aliviaría al museo de importantes costes. Tampoco se excluye el recurso a financiación privada. Pero estos actores más bien aportan dinero a los proyectos y no a los costes operativos, explica Hufschmid.
El anuncio llegó en el peor momento, cuando el MICR tiene importantes proyectos en marcha. “Seguimos manteniendo el rumbo”, afirma el director. “Tengo dos años para encontrar soluciones y presentar un presupuesto equilibrado al Patronato de la Fundación”.
Próxima votación prevista en Ginebra
El Gran Consejo de Ginebra decidirá a finales de noviembre aumentar la subvención cantonal a casi 970.000 francos. Es decir, un suplemento de 100.000 francos para cubrir la próxima exposición permanente prevista para 2028, no para compensar la dotación federal.
Como desea el director, este debe “descentrar el discurso” y construirse directamente con el público. Vínculos de determinadas figuras de la Cruz Roja con el colonialismo, desigualdad histórica de género en el trabajo humanitario, nada quedará oculto.
Por primera vez, el director revela la estructura futura, en torno a preguntas más que a temas. Una plaza central que presentará los Convenios de Ginebra se abrirá a la historia de la Cruz Roja, a la labor humanitaria de hoy y a los retos del mañana, como las armas autónomas.
Todo con enfoques para adultos y niños, con patrimonio y nuevas tecnologías, además de una temática anual. “Una exposición temporal que se actualiza periódicamente”, según el director.
La reubicación es mejor que el cierre
El público también se asociará cada año, a partir del próximo mes de febrero, con las obras de un artista residente, en un proyecto de aproximadamente dos años de duración cada vez. Esta persona trabajará en un taller abierto al museo donde se invitará al público a participar.
Pero se necesitará financiación sostenible. El director tampoco descarta la posibilidad de que las recaudaciones se desplacen al extranjero si un establecimiento pone los medios a su disposición. “Este escenario es ciertamente preferible a un cierre definitivo, pero para nuestro público equivale a lo mismo y contradice la importancia del museo para Suiza y sus valores”, afirma. “Y me provoca escalofríos”, dice.
Sin embargo, está convencido de que el museo seguirá allí en 2027. “Porque no puede dejar de existir, no puedo creer que Suiza decida perderlo”, afirma.
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