Esa noche, dos policías de la zona de Hauts Pays estaban de guardia, por primera vez en sus carreras. Dos agentes, entre ellos un comisario de una zona vecina, se encargaron de vigilar la fiesta.
Del despido a la condena
La fiscalía había solicitado el sobreseimiento del caso ante la sala del consejo y la absolución ante el tribunal. En la apelación, el fiscal general exigió la culpabilidad de los cuatro policías. “Lo cierto es que nadie podía ignorar que Simón Bachelet estaba en peligro, que se había drogado, que padecía el síndrome del delirio excitado. La atención médica era urgente. Todos los acusados pudieron comprobar que no se encontraba en un estado normal, con probabilidad de sufrir una sobredosis. Lo llevaron a una celda, sin ver a un médico.“, declaró el fiscal general en su escrito de acusación.
Los abogados defensores pidieron al tribunal que se separara entre los dos policías de guardia y los dos comisarios de policía que estaban en el horno y en el molino durante la fiesta.
El tribunal declaró los hechos inestablecidos. Los policías son absueltos.
El comerciante es condenado a trabajar. En el ámbito civil, existe una responsabilidad compartida.
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