Las asociaciones de Nantes están preocupadas por los problemas de convivencia provocados por la proliferación de ciclistas en el centro de la ciudad. Una población de vehículos de dos ruedas que invadiría los movimientos de los peatones.
Le Fígaro Nantes
¿Quién teme a la gran moto mala? En Nantes, los automovilistas han aprendido desde hace mucho tiempo a compartir el espacio público con este método de “movilidad suave” particularmente elogiado por los funcionarios electos locales. Los ciclistas triunfantes del área urbana, sin embargo, habrían sucumbido, en la euforia de su crecimiento, a los mismos vicios hasta ahora vilipendiados entre los conductores: monopolización de los caminos compartidos, insultos, arrogancia, poner en peligro a los demás… Una superioridad demostrada que imponerse a los únicos usuarios que son incluso más frágiles que los frágiles vehículos de dos ruedas: los peatones.
«L’Explosión del ciclismo en Nantes estuvo acompañado de un aumento significativo de los conflictos de uso en el centro de la ciudad, particularmente por iniciativa de los ciclistas. observa Jérôme Dyon, presidente de la Asociación Viajes y Medio Ambiente de Nantes (ANDE). “Algunos de estos vehículos de dos ruedas muestran una actitud abiertamente despectiva, zigzaguean a toda velocidad entre los peatones o, por el contrario, corren en línea recta, incluso si eso significa poner en peligro a las personas, y esto incluso en las zonas donde se supone que deben circular. a velocidad no “añade. Todo el centro de la ciudad se vería afectado por los peligros de esta convivencia que parece seguir el estado de ánimo exactamente opuesto al del cielo, tanto más tormentoso cuando brilla el sol y los ciclistas están fuera. Este urbanista especializado en carreteras identifica zonas más abiertamente disputadas, como los alrededores del castillo de los duques de Bretaña, los de la estación de Nantes o incluso los muelles de Erdre, cerca de la prefectura de Loira Atlántico. “Esta mentalidad es cada vez más agotadora y desagradable, se lamenta. ¡Es como si se estuvieran quedando con todos los derechos porque se han esforzado en no llevarse el coche!”.
Un “punto ciego”
Consciente de los problemas de convivencia ciclista-peatón, el ayuntamiento de Nantes ha instalado en los últimos meses nuevas señales que recuerdan las prioridades que deben respetarse según los sectores. “Un gesto que va en la dirección correcta, aunque estas señales siguen siendo, por el momento, poco respetadas”reconoce Jérôme Dyon, al tiempo que deplora que los peatones sigan, a pesar de todo, “El punto ciego, incluso el agujero negro de la reordenación de los planes de tráfico”. Así, las obras del Boulevard Dalby, destinadas a reducir el eje a una circulación de sentido único acompañada de un carril bici “maestro” debería ser a expensas tanto de los automóviles como de los peatones, sostiene la ANDE, citando en particular la estrechez de las vías y el número de intersecciones.
La metrópolis (de Nantes) ha dado tal giro, yendo en contra de los excesos del enfoque exclusivamente automovilístico defendido hace cincuenta años, que ahora cae en la ideología opuesta del ciclismo llevado al extremo.
Patrick Eade, 60 millones de peatones
Sin embargo, estos proyectos se multiplican en la ciudad, según el plan de la comunidad, con el objetivo de hacer de Nantes “el laboratorio de las ciudades ciclistas del siglo XXImi siglo”. Para ello, se votó una dotación de 115 millones de euros para desarrollar, entre otras cosas, 50 kilómetros de nuevos “canales maestros legibles y seguros” reservado a las bicicletas, con el objetivo de cuadruplicar, de aquí a 2026, la proporción de bicicletas en los viajes metropolitanos. El enfoque hace hervir a Jérôme Dyon: “Se trata de ambiciones puramente dogmáticas que los ecologistas de Nantes lograron imponer a la mayoría socialista durante las últimas elecciones municipales. Pero deberíamos volver a la tierra y participar en mejores consultas sobre estos acontecimientos”..
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De hecho, oponerse a las restricciones ciclistas en Nantes no es sinónimo de una posición anticiclista. “Es una cuestión de medición” señala Patrick Eade, de la asociación de 60 millones de peatones. “No queremos enfrentar a peatones y ciclistas, porque estos dos tipos de viajes son complementarios. Pero la metrópoli ha dado tal giro, yendo en contra de los excesos del enfoque exclusivamente automovilístico defendido hace cincuenta años, que ahora cae en la ideología opuesta de la bicicleta llevada al extremo.explica este especialista en movilidad de Nantes. También teme por la seguridad de los peatones en las vías más transitadas del centro de la ciudad, hasta el punto de imaginar – con una risa amarilla – “intermitentes para peatones” para garantizar la seguridad de los transeúntes. “La ciudad deja que los usuarios se gestionen ellos mismos, es una pena. Más bien deberíamos demostrar más pedagogía y luego empezar a sancionar si es necesario”..
Solicitado por El Fígarola asociación de Nantes Place au vélo, socia del ayuntamiento, reconoce la existencia de “Problemas de incivilidad ligados a una difícil convivencia, en algunas zonas donde reina una gran confusión, lamentablemente mantenida por la ciudad. Afirma estar trabajando para reequilibrar y continuar el diálogo con el ayuntamiento, recordando al mismo tiempo que los ciclistas, al igual que los patinetes eléctricos, también tienen que lidiar con el tráfico de automóviles. “Todos están de acuerdo en armonizar mejor el reparto de espacios públicos y aspirar a hacer la ciudad más respirable y más feliz”subraya Daniel Daoulas, portavoz de la asociación, precisando que, en los días soleados, los ciclistas representan hasta el 9% de los desplazamientos en el centro de Nantes. Antes de agregar: “Aún queda trabajo por hacer”.
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