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En Finisterre, los cierres de salones aumentan

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Par

Julien Saliou

Publicado el

7 de noviembre 2024 a las 18:19

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Un año y medio después de abrir la rue du Colonel-Picot, en el centro de la ciudad de Brest, Nina Le Balch, de 23 años, se prepara para cerrar su peluquería, Ciseaux d’Or. Da la bienvenida a sus últimos clientes hasta el 9 de noviembre. “Actualmente me paga France Travail, pero no por mucho tiempo. Sin este dinero no podría ganar un salario, tengo dificultades para pagar mis facturas (electricidad, alquiler, créditos, etc.)”, explica la joven.

Anteriormente trabajó en un salón de Kerinou, que fue puesto en liquidación. Esta era la oportunidad para ella de emprender el camino por su cuenta. Como muchos profesionales de la peluquería en los últimos años.

“Tres de cada cinco salones en oferta”

De las casi 1.000 peluquerías que hay en Finisterre, más de la mitad están actualmente a la venta. “Tres sobre cinco”, afirma incluso Laurent Dermy, representante de la Unec (Unión Nacional de Empresas de Peluquería) en Finistère. Las razones son numerosas. “Después del Covid, muchos empezaron. Hoy tienen un préstamo que pagar y se dan cuenta de que gestionarlo todo es complicado. Se detienen. »

Según él, los cierres afectan principalmente a estructuras pequeñas. “Los autónomos. Recibo mucho de eso. Han probado la aventura y han vuelto como empleados”, añade el hombre que dirige una decena de salones en Cornualles.

“También hubo una ola de PGE (Préstamo Garantizado por el Estado) durante la pandemia, pero hay que reembolsarlos”, señala Christelle Guénégan, referente de la Unec en el norte de Finisterre, y directora de los cuatro salones de peluquería 100% en Brest.

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El auge del bricolaje

La demanda de los clientes también ha evolucionado. “Hago menos colores, algunos también han aprendido a cortarse el pelo ellos mismos”, señala Nina Le Balch. El “hazlo tú mismo”, con la democratización de los aparatos de peluquería y el auge de los tutoriales online, es también una de las principales tendencias del sector de la peluquería destacadas en el último informe del Cnec (Conseil nacional de empresas de peluquería).

“Algunas técnicas han desaparecido un poco, como el alisado o la permanente, pero casualmente suponen una pérdida de ingresos”, añade Nathalie Prigent, responsable del sector de peluquería de Ifac-Sup’Ifac en Brest.

“¡Estamos escasos de armas! »

Christelle Guénégan plantea otra dificultad: la contratación de personal. “¡Estamos escasos de armas! La profesión ya no es tan atractiva y los peluqueros están mal pagados. Nos gustaría dar más, pero tenemos que afrontar los costes. ¿Quién quiere trabajar por el salario mínimo? Contamos con voluntarios jóvenes, pero a menudo cambian de dirección. Yo personalmente cerré un salón en Quimper porque no encontraba a nadie que trabajara allí. »

Nathalie Prigent, responsable del sector de peluquería de Ifac-Sup’ifac, y Anita Loury, responsable del departamento de desarrollo y promoción. ©Julien Saliou

Dirígete a Ifac-Sup’Ifac, rue de Kerlaurent en Brest. En este campus profesional se forman cada año decenas de jóvenes en peluquería. No podremos saber el número de aprendices, “preferimos mantener la discreción por motivos de competencia con otros centros de formación. Pero nuestra plantilla es estable e incluso ha aumentado ligeramente en los últimos ocho años”, asegura Nathalie Prigent, responsable del sector de peluquería.

Sin embargo, un número le alerta:

Al finalizar la formación, los ex aprendices no permanecen en la profesión más de siete años en promedio. Tienes que ser apasionado.

Nathalie Prigent, responsable del sector de peluquería del Ifac-Sup’Ifac de Brest.

Una novedad es que Nathalie Prigent recibe periódicamente llamadas de empleadores que intentan encontrar trabajadores.

“Cuando salen de casa, nuestros aprendices encuentran trabajo fácilmente. Este problema de contratación también puede ser una oportunidad para que intenten negociar su salario. »

Cada año, Ifac forma a decenas de jóvenes peluqueros en Brest. ©Julien Saliou

“La rueda girará”

“Nos vemos obligados a adaptarnos a lo que se nos pide. Por ejemplo, la semana de cuatro días para los empleados se ha convertido en la norma”, asegura Laurent Dermy. “Muchos piden los miércoles y/o los sábados, caminamos de cabeza”, lamenta Christelle Guénégan.

Ella todavía quiere ser optimista. “La rueda girará y el número de salones eventualmente se estabilizará. »

Nina Le Balch ya mira hacia el futuro. Encontró su próximo trabajo. Sigue siendo peluquera y se incorporará al nuevo salón Look’s de Coataudon. “Tendré mi salario fijo a fin de mes. »

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