“La Asamblea de la libertad recuperada, pero también la de la renovación del debate democrático”, declara el presidente del Senado, Gérard Larcher, en la apertura de la sesión solemne del Senado para conmemorar el 80º aniversario de la instalación de la Asamblea Provisional consulta en el Palacio de Luxemburgo. Esta Asamblea, que siguió a la instalada en Argel, inició sus trabajos el 7 de noviembre de 1944. La Asamblea Consultiva, creada por orden del 17 de septiembre de 1943, debía permitir legitimar el gobierno provisional de Francia, presidido por Charles de Gaulle. En palabras de Gérard Larcher, se trataba de “encontrar los instrumentos de la legitimidad republicana”. Integrado por 248 miembros de la resistencia, Asambleas Parlamentarias anteriores y representantes de los Territorios de Ultramar. Instalada en París incluso antes de la liberación de todo el territorio francés, la Asamblea pretendía encarnar la ruptura con el régimen de Vichy. Fue también ante esta Asamblea donde Charles de Gaulle vino a celebrar la capitulación de la Alemania nazi el 15 de mayo de 1945.
Si los discursos subrayaron la importancia del trabajo de esta Asamblea, particularmente en torno a la instauración de la Seguridad Social y del derecho de voto de las mujeres, también fueron una oportunidad para elogiar el espíritu de negociación del dormitorio. Lo atestigua la presencia del Primer Ministro, acompañado de la vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Naïma Moutchou, y de la ministra de Relaciones con el Parlamento, Nathalie Delattre.
Encarnar la unidad nacional para “volver a encarrilar al país”
“Fue un lugar de innovación, imaginación, audacia, diálogo, escucha y respeto cuyo ejemplo merece ser meditado. Esta cultura de negociación y compromiso ya estaba en el orden del día de esta Asamblea que no tiene una mayoría a priori”, recuerda Gérard Larcher. De hecho, a pesar de una composición heterogénea que reúne a sindicalistas, socialistas, comunistas, gaullistas y conservadores, la Asamblea está trabajando en la reconstrucción del país. “Más que nunca debemos tener presente que las diferencias ideológicas no impiden llegar a un acuerdo”, añade Mathieu Darnaud, presidente del grupo LR en el Senado. Un llamamiento en el que se reconoció Hervé Marseille, presidente de la centrista Unión, el grupo que forma la mayoría senatorial con LR.
Si bien los debates sobre el presupuesto y el proyecto de ley de financiación de la Seguridad Social resultan peligrosos para el gobierno en la Asamblea Nacional, el Primer Ministro acogió favorablemente este llamamiento. “Si todos en Francia estuvieran animados por el espíritu de la Asamblea Consultiva Provisional, estoy seguro de que sería más fácil gobernar Francia”, lanza Michel Barnier al final de su discurso en el hemiciclo del Senado. “80 años después, en nuestra legislación y en nuestro modelo social quedan textos que tienen su origen en los trabajos de la Asamblea Consultiva Provisional”, continúa el jefe de Gobierno en referencia a los trabajos de estructuración de la seguridad social, de creación de comités de empresa o la reconstrucción de infraestructuras de transporte. Para el Primer Ministro, los miembros de la Asamblea Consultiva lograron encarnar la unidad nacional para “volver a encaminar el país”. Un ejemplo en el que le gustaría que se inspiraran los parlamentarios, en particular los del Palacio Borbón.
Los presidentes de los grupos de izquierda quisieron matizar las contribuciones de la Asamblea Consultiva Provisional. El socialista Patrick Kanner recuerda en particular que “el presidente del gobierno provisional era libre de no tener en cuenta las opiniones de la Asamblea Consultiva Provisional y no se privó de ello”. “No estoy convencido de que Charles de Gaulle fuera un gran defensor del parlamentarismo”, declara el ecologista Guillaume Gontard.
Un alegato a favor del bicameralismo
Los discursos también fueron una oportunidad para que los senadores ensalzaran los méritos del bicameralismo. Como se desarrolló en el discurso de Bayeux, Charles de Gaulle hizo de los partidos políticos un obstáculo para la búsqueda, por parte de los parlamentarios, del interés general. “El Parlamento debe tener dos Cámaras: una predominante, la Asamblea Nacional, elegida por sufragio directo, la segunda, el Consejo de la República, elegido por los Consejos General y Municipal, completando la primera, en particular haciendo valer, en la elaboración de las leyes. , los puntos de vista financieros, administrativos y locales que una Asamblea puramente política tiende inevitablemente a descuidar”, recuerda Gérard Larcher, citando al general De Gaulle y su discurso en Epinal. Para el presidente del Senado, el arquitecto de la Quinta República forjó sus convicciones durante los trabajos de la Asamblea Consultiva. “Esto es lo que el Parlamento debe esforzarse por hacer hoy; el bicameralismo es esencial, especialmente en el momento político que vivimos”, insiste el ex Ministro de Trabajo. “La capacidad de encontrar puntos de acuerdo al servicio del interés general debe seguir siendo el centro de la acción del Senado”, añade Mathieu Darnaud.
Al enumerar los puntos clave de esta experiencia parlamentaria, el Primer Ministro se apresura a recordar “la importancia y la necesidad del bicameralismo”. Al frente de un gobierno formado por nueve ex senadores, Michel Barnier tiene una cómoda base en el Senado, donde puede contar con la coalición mayoritaria formada por LR y la centrista Unión, así como con el grupo macronista o el grupo Libertad Independiente y territorios. Estas buenas relaciones deberían facilitar el examen de los distintos textos presupuestarios, mientras que el texto sobre la financiación de la seguridad social será enviado mañana al Senado, sin que los diputados tengan tiempo de votarlo.
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