Esta tarde reinó un tiempo espléndido cuando numerosos melómanos llenaron la capilla de Saint-Paul para escuchar al célebre pianista François-Michel Rignol, quien, tras brillantes estudios de matemáticas, divide su tiempo entre la enseñanza en el conservatorio de Perpiñán y sus conciertos internacionales.
En la plataforma donde reposaba el majestuoso piano, un gran retrato de Gabriel Fauré con un bigote conquistador parecía escuchar atentamente la interpretación del artista. François-Michel dirigió con maestría este concierto de Otoño Musical en Vallespir organizado por la asociación Musiques et Voix en Pays Catalans, presidida por Gilbert Guerne. Christian Papis, director artístico del festival, pidió al público, siguiendo el deseo del concertista, esperar hasta el final de la actuación para aplaudir. Y fue en calma y silencio que Christian le abrió la puerta a Marcel Proust recitando “La pequeña frase de Vinteuil”preludio a Paseos, veladas y Barcarolas cuyas notas interpretadas por el pianista llenaron la capilla de vértigo musical. Pero aquí está “la hora exquisita” por Paul Verlaine donde “la luna blanca brilla en el bosque”. El público conquistado no aplaudió. Saborea, se deja llevar y sólo en la última nota expresa finalmente su placer. François-Michel Rignol ofrece un bis del Réquiem de Fauré en el paraiso para finalizar este magnífico concierto. A continuación, el público podrá reunirse en torno a un aperitivo ofrecido por el ayuntamiento bajo los olivos iluminados por la puesta de sol sobre el Canigó.
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