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Michel Barnier presentó sus drásticas medidas

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La “credibilidad” de Francia en juego

Por mucho que Michel Barnier haya mantenido cierta vaguedad sobre sus intenciones durante su discurso de política general, esta vez dijo claramente a los franceses quién tendrá que pagar más y quién tendrá que gastar menos. Con 60 mil millones de ahorros previstos en un año (20 mil millones en aumentos de impuestos y 40 mil millones en reducciones del gasto público), todo el mundo va a beber. “Debe preservarse el atractivo o la credibilidad de la firma francesa“, afirmó Michel Barnier ante la prensa, al margen de un viaje a Vienne, precisando al mismo tiempo que el esfuerzo pedido a los franceses debe ser “justo” y “balance”y que este presupuesto será”perfectible“porque tenía que hacerlo”construir en quince días”.

Sesenta mil millones de euros de ahorro, ¿es mucho? Sí y no. El presupuesto previsto para 2024 preveía 536 mil millones de euros en ingresos y 684 mil millones en gastos. Esto da un orden de magnitud. Pero 60 mil millones en ahorros representan el 2% del PIB, un nivel rara vez observado en la historia reciente. En comparación, el último presupuesto preveía un ahorro de 16.000 millones de euros. El de 2013, el primero del quinquenio de François Hollande, calificado en su momento de recuperación “el más importante en treinta años” por el presidente socialista, representó 40 mil millones de esfuerzos.

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En concreto, el Gobierno prevé establecer un tipo impositivo mínimo, en torno al 20%, para las familias más ricas con el fin de limitar su optimización fiscal (y reponer las arcas estatales con 2.000 millones de euros) y exigir a las grandes empresas una contribución excepcional a la sus beneficios (que deberían generar cerca de 14 mil millones). Por el lado del gasto, los ministerios y los operadores estatales tendrán que apretarse el cinturón (por un importe de 20 mil millones), al igual que las comunidades (5 mil millones), los jubilados, que verán aplazada la indexación de su pensión a la inflación. el 1 de julio, y dirigentes empresariales que verán desaparecer determinadas reducciones en las aportaciones empresariales y reducidas las ayudas al aprendizaje. El objetivo es reducir el déficit hasta el 5% en 2025, frente al 6,5% previsto en ausencia de medidas de consolidación.

Un plan de austeridad “violento”

Estas medidas drásticas previstas por Michel Barnier y Bercy, bajo la atenta mirada de los mercados y de Bruselas, no pretenden impedir a Francia una quiebra improbable, sino demostrar que el país puede y quiere sanear sus cuentas para mantener la confianza. de sus socios. Pero son muy controvertidos dentro de la clase política.

Manuel Bompard, coordinador de La France Insoumise, acusó este proyecto de presupuesto de “El plan de austeridad más violento que Francia haya conocido jamás.“. No es de extrañar si recordamos que el programa del Nuevo Frente Popular al que pertenece prevé 150 mil millones en nuevos gastos en tres años y 100 mil millones en aumentos de impuestos. La Agrupación Nacional, a través de la voz de su vicepresidente Sébastien Chenu, por su parte, rechaza que “Se pedirá a los franceses que hagan más esfuerzos para compensar los daños causados ​​por la política económica aplicada durante años.” y amenaza con no votar el presupuesto o incluso, como es habitual, censurar al gobierno. Incluso dentro de la macroniebla, aunque es un actor del gobierno, Gabriel Attal se opone a la congelación de las pensiones y al aumento del impuesto de sociedades, y pide más recortes del gasto y reformas. Hay que decir que necesita hacer oír su pequeña música porque se postula para la presidencia del partido presidencial Renacimiento. Francia denunció “una sangría sin precedentes” y dijo que “no acepta ninguna de las medidas propuestas”.

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El proyecto de ley llegará a la Cámara el 21 de octubre. El escenario parece escrito de antemano: los diputados de todos los partidos presentarán miles de enmiendas contradictorias para desentrañar el texto. Al final, se adoptará una versión cercana a la inicial, sin votación, por 49,3 votos al final del plazo previsto, como ocurrió con Élisabeth Borne en 2022 y 2023. Seguirán una o más mociones de censura, incluido el resultado. es incierto. ¿La cura de la austeridad tiene este precio?

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