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el régimen argelino está tambaleándose

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En el insondable laberinto de la política argelina, una nueva página oscura está pasando, marcada por la detención del exjefe de la policía nacional, Zinédine Farid Bencheikh.

Este arresto se produce en una atmósfera de caza de brujas y un contexto de incesantes purgas en la cima del poder militar y de seguridad de Argelia, donde la guerra de clanes hace estragos.

Este último episodio ilustra una vez más las luchas por la influencia entre altos funcionarios, donde cada figura del régimen se encuentra a su vez en el punto de mira del sistema de justicia o de las fuerzas de seguridad. Hoy le toca pagar las costas a Farid Bencheikh, exjefe de la policía nacional.

Arrestos en tire-larigot

Su arresto es sólo un episodio más de la larga serie de despidos y allanamientos judiciales que, desde hace meses, sacuden a quienes detentan el poder. Tras las rejas, una multitud de generales, ex ministros y primeros ministros, altos funcionarios, walis… contemplan el colapso de un sistema que ellos mismos moldearon. Estas sucesivas detenciones revelan hasta qué punto el ecosistema que gobierna Argelia es frágil, carcomido desde dentro por las luchas de poder y la corrupción.

Pero lo más preocupante es que mientras estos señores ajustan cuentas, las fronteras del sur del país están amenazadas por los mercenarios de Wagner, mientras que el este está constantemente desestabilizado y en el oeste el Pato Negro Feo del Polisario de sus villanías tiene una fuerte influencia. posibilidad de derrumbar el castillo de arena que construyó en territorio argelino en Tinduf.

Farid Bencheikh, o la maldición de los generales caídos

Bencheikh, ex todopoderoso jefe de seguridad nacional, no fue arrestado por hacer mal su trabajo, ni siquiera por corrupción (aunque esto no sería sorprendente en el contexto argelino), sino por sus supuestas “relaciones con los servicios secretos franceses”.

Sí, en la Argelia de los nuevos “en prisión preventiva”, el balcón senil del espectáculo de los Muppets hecho en Argelia, debe haber un culpable, y preferiblemente, un culpable del exterior. Desde el 25 de abril, languidece en un importante centro de investigación, sin duda lamentando estos viajes a París, Ginebra o Viena… que todavía hacía hace unos meses.

Pero, tan pronto como su enemigo jurado, el general Djebbar Mehenna, jefe de la seguridad exterior, fue destituido, el hacha cayó sobre él. Era sólo cuestión de tiempo. Porque la ley en Argelia es sencilla: mientras tengas aliados de alto rango, eres intocable.

Pero si estos fallan, eres sacrificado. Con Djebbar fuera de juego, los enemigos de Bencheikh, probablemente acólitos del todopoderoso jefe de gabinete, el otro senil del famoso balcón, Chengriha, se apresuraron a sacar el viejo expediente que yacía en un cajón polvoriento del Departamento de Justicia.

La sombra de Ghali Belkecir se cierne sobre el mal llamado presidente

Bencheikh no está solo en este gran sorteo de desgracias. A su lado, Ghali Belkecir, ex jefe de la gendarmería nacional, también se encuentra en una situación delicada. Su nombre está ahora asociado a un asunto aún más escandaloso: el arresto de su propia hija, Wafa Ines Belkecir.

El general, que lo había planeado todo refugiándose en Francia con un permiso de residencia guardado en el bolsillo, vio arrastrar a sus hijos ante el tribunal de Chéraga. ¿Las acusaciones? Transferencias ilícitas de divisas y bienes preciosos, falsificación de documentos… Un festival de acusaciones bien ensayado que haría verdes de envidia a los guionistas de un buen thriller político.

Sin embargo, Ghali Belkecir nunca se había preocupado antes ni después. Sin duda, los lazos de amistad con el mal nombrado presidente tuvieron algo que ver. Juntos habrían firmado un pacto de “no agresión”. Sin embargo, ahora que la hija de Belkecir está tras las rejas, este acuerdo tácito parece cada vez más frágil. La justicia argelina, manipulada en la sombra por los barones del régimen, se muestra sin piedad, recordando a todos que nadie, ni siquiera aquellos que tenían garantías, está a salvo.

Generales tras las rejas, ¿quién será el próximo?

¿Y qué pasa con el mal llamado presidente? El presidente argelino nunca ha sido tan impopular, hasta el punto de que resulta difícil creer que realmente esté al mando. Podemos legítimamente preguntarnos qué hicieron estos hombres con Argelia. Un país que, bajo la influencia de una potencia militar en descomposición, parece hundirse cada día un poco más en una crisis sin fin.

El panorama es sombrío, pero es sólo el comienzo. En cualquier caso, esta purga masiva dentro de las élites argelinas no está dispuesta a detenerse y promete ofrecernos muchos más giros y vueltas. Como diría un buen general, “en Argelia la venganza es un plato que se sirve frío”. Y, obviamente, todavía tenemos suficiente para alimentar todo un banquete.

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