En diciembre de 2019, la Asamblea Nacional de Senegal adoptó una ley destinada a penalizar la violación y la pedofilia, con la esperanza de disuadir a los perpetradores de estos crímenes. Esta iniciativa, apoyada por defensores de los derechos de las mujeres, fue promulgada en enero de 2020 por el expresidente Macky Sall. Sin embargo, casi cuatro años después, los actos de violencia sexual persisten en Senegal.
Las esperanzas eran grandes: la ley prometía penas severas, hasta cadena perpetua, buscando así tener un efecto disuasorio. Pero, como señala el sitio Sud Quotidien, esta medida legislativa tiene dificultades para producir los cambios esperados. A pesar de las campañas de sensibilización, las mujeres siguen sufriendo violencia, a veces con consecuencias trágicas. Incidentes recientes, como el de una niña de 12 años en Malika, demuestran que el horror continúa.
Más allá de los dramáticos casos personales, las estadísticas revelan una realidad alarmante. Un informe de la Agencia Nacional de Estadística y Demografía, conjuntamente con ONU-Mujeres, publicado en noviembre de 2024, indica que el 17,3% de las mujeres senegalesas de 15 y más años han sido víctimas de violencia sexual fuera de la unión. Estas cifras reflejan una situación profundamente arraigada en la sociedad senegalesa.
Según Sud Quotidien, la ley tiene límites estructurales. Según Fatou Touré Thiam, de la red Siggil Jiggeen, falta una apropiación comunitaria de esta ley. Señala la ausencia de una popularización efectiva que hubiera permitido a la población asimilarlo y aplicarlo. Además, Makha Barry, formadora del Centro de Formación Judicial, destacó las lagunas en las técnicas de investigación, fundamentales para establecer los hechos con rigor.
La aplicación de la ley se complica por varios factores: el obstáculo que representa establecer el consentimiento, la ausencia de protocolos de recepción de las víctimas y la insuficiente formación de los investigadores. Todos estos elementos convergen para limitar la efectividad de la medida legislativa, permitiendo que continúe la violencia sexual.