La liberación de los animales
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Misma isla, mismo árbol, mismo socio. Cada invierno, las aves rapaces, cercanas al águila, abandonan Europa para realizar una larga migración hacia la lengua de Berbería, frente a las costas de África occidental. En el lugar, ornitólogos voluntarios los registran.
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Vista desde la costa, la lengua de Barbarie no es más que una red blanca, una fina franja de playas y dunas. Luego aparecen las casuarinas y los manglares de raíces arqueadas, a medida que avanza la canoa azul real que partió esta mañana de octubre del pueblo de Dégou Niaye, 200 km al norte de Dakar. Su repentino descenso, cerca de la desembocadura del río Senegal, apenas sacude a Moussa Niang, de pie en un asidero, con los binoculares al hombro y el chándal subido hasta las rodillas. Ornitólogo voluntario, desde pequeño le apasionan las aves migratorias y sus vecinos intermitentes.
Como estos pelícanos que colonizan un banco de arena, o más lejos, estas garzas reales con su cauteloso acercamiento. En cuanto a estos ruidosos pájaros blancos con gorros y colas negros que ondean sobre el agua y se sumergen con sus picos –puntiagudos y de color naranja brillante– primero, “Estos son charranes del Caspio” : “Buenos pescadores, pero muy agresivos durante la reproducción”. Un ballet familiar, a los ojos de Moussa, que recorre ardientemente el lugar en busca del “bulbo”una autoridad local. Y finalmente lo ve.
“Balbu”, por águila pescadora, es un ave rapaz pisc.
Local
Senegal