De su histórica visita a Ajaccio el pasado domingo, el Papa Francisco trajo imágenes preciosas del fervor popular que reina en la isla y del que pudo ser testigo, pero también numerosos obsequios entregados por las distintas comunidades y actores de este acontecimiento inédito. Para agradecer al Santo Padre por haber honrado a Córcega con su presencia durante un día, el presidente de la Asamblea de Córcega y el presidente del Ejecutivo quisieron también ofrecerle obsequios simbólicos, que le entregaron este viernes en los locales de la Comunidad de Córcega. .
En referencia a la naturaleza corsa y su carácter salvaje e indomable, María Antonieta Maupertuis le regaló un joven pino Lariciu cultivado en el vivero de Castelucciu, que será plantado en la residencia de verano del Papa, en Castel Gandolgo. En nombre de Córcega y del pueblo corso, el presidente del Ejecutivo, Gilles Simeoni, quiso hacerle un regalo ” lo que exaltaría la dimensión histórica de este viaje y los vínculos entre Córcega, el Vaticano y el Papa”. Una misión que encomendó a Toni Casalonga, uno de los artesanos de Riacquistu. Ante el desafío que se le propuso de simbolizar este momento excepcional, el artista de Pigna imaginó una medalla conmemorativa decorada con una de sus pinturas, creada en 2018 para el Museo de Córcega. Una obra alegórica titulada Los fuertes pechos de los Cyrnii en la guerrainspirado en el lema de la guardia corsa papal del Vaticano, que significa Córcega con un corazón intrépido en el combate, con un fuerte simbolismo: una muvra para la naturaleza, la bandera para la cultura, así como un pueblo y una costa para representar el alma del isla, estando cada uno de estos elementos orientado hacia los cuatro puntos cardinales para enfatizar la universalidad de estas representaciones.