Par
Marie Aillerie
Publicado el
11 de diciembre 2024 a las 16:06
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Abanderados, portando coronas, portando medallas… Eran 22 jóvenes bomberos (JSP) para participar a su manera en la ceremonia de Sainte-Barbe en el servicio departamental de bomberos y salvamento de Orne.
Vocación familiar
Para una gran mayoría, este deseo de convertirse en JSP provino de una padre ya involucrado en un cuartel. “Mi padre es bombero desde hace casi 30 años. Lo he visto entrar en intervención desde pequeño”, explica Esteban Leroyer, 15 años, JSP desde hace tres años. “Para nosotros, ella es nuestra madre”, añaden Jeanne y Louis Planche, en el primer año.
Empleados en varios centros de bomberos y rescate del departamento, están capacitados en teoría y práctica por un bombero profesional. “En Domfront entrenamos viernes y sábados alternos, con dos horas de deporte y luego dos horas de clases presenciales”, explica Audrey Ferard, que ha comenzado su segundo año en JSP. Para Louis y Jeanne, residentes en el cuartel de Sées, el ritmo es similar. “Los sábados cada dos semanas hacemos una hora de deporte y practicamos maniobras. »
Cohesión fuera de la escuela
Aunque no todos participan en el mismo sector, los JSP se encuentran durante de eventos organizado por el SDIS. “Nos volvemos a ver, por ejemplo, durante el cross, la competición de maniobras y hoy durante la Sainte-Barbe. Cada vez nos alegramos mucho de vernos juntos”, sonríe Esteban.
Pero entonces, ¿por qué un compromiso tan joven, cuando algunos todavía están en la universidad? “Nos hace amigos fuera de la escuela, en un entorno diferente. Aquí aprendemos que somos un equipo, la cohesión es muy importante”, asegura Oscar Corvée, de tercer año de JSP. “Es un poco como la escuela de la vida”, reconoce Jeanne.
La vida es precisamente lo que estos jóvenes se encargarán de salvar. Aunque, por el momento, pueda asustarlos.
Por eso también hacemos esto, pero tengo miedo de intentar salvar a alguien y no tener éxito.
“Allí entrenamos con maniquíes, pero por el momento no sabemos cómo reaccionar”, añade Audrey, que teme a la muerte.
Ya se ven a sí mismos como voluntarios.
La formación de jóvenes bomberos dura cuatro añoss. Después de eso, tendrán que pasar un honorario para finalmente unirse a las filas. Pero para estos cinco jóvenes no se trata de convertirse en profesionales. “Quiero seguir siendo bombero voluntario para no convertirlo en una rutina. Quiero que siga siendo una pasión”, dice Esteban. “¡Además, tenemos otros proyectos profesionales! », concluye Luis.
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