domingo 1es En diciembre, en el campamento militar de Thiaroye, en las afueras de Dakar, las autoridades senegalesas rindieron un homenaje solemne a las decenas –o incluso centenares, según algunos historiadores– de fusileros africanos asesinados allí hace ochenta años. Temprano en la mañana del 1es En diciembre de 1944, estos soldados fueron ametrallados por el ejército francés por exigir el pago de su salario.
El presidente de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, que deseaba hacer de estas conmemoraciones un punto culminante de su política conmemorativa, rindió homenaje “a los héroes africanos (…) que contribuyeron a escribir con sangre y sudor la gloriosa historia de la liberación” y quienes, sin embargo, fueron víctimas “un acto premeditado destinado a perpetuar el orden colonial”.
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Las nuevas autoridades senegalesas, que querían dar una dimensión regional al evento, habían invitado a varios Jefes de Estado africanos. Respondieron los de Mauritania, Guinea-Bissau, Gambia e incluso Gabón. Pero no los golpistas en el poder en Guinea, Malí o Burkina Faso, tres países de los que, sin embargo, procedían muchos de los “tirailleurs” durante el período colonial. Por parte francesa, Emmanuel Macron estuvo ausente y estuvo representado por su ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot.
Dos días antes, Bassirou Diomaye Faye se había distanciado de Francia al anunciar, en una entrevista al periódico mundola próxima salida de los soldados franceses que permanecen en Senegal desde la independencia. Unas horas más tarde, París sufrió otro revés con el sorpresivo anuncio de la decisión de Chad de romper sus acuerdos de defensa con Francia.
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comisión de investigación
En Thiaroye, el domingo, Faye tuvo cuidado de no volver a esta delicada cuestión y prefirió concentrarse en la necesidad de “deber de memoria y verdad” ; al tiempo que exige una vez más a Francia el acceso a todos los archivos. Una necesidad para terminar “guardar silencio sobre este trágico episodio deseado y mantenido por la autoridad colonial”. El Jefe de Estado también saludó la «moral del coraje» de Emmanuel Macron, quien reconoció, el jueves, un « masacre » cometido en Thiaroye en 1944. En 2012, el ex presidente François Hollande describió los hechos como “represión sangrienta”.
Jean-Noël Barrot, primer representante extranjero en intervenir después del discurso del presidente Faye, explicó la evolución de esta posición oficial. “Si Francia reconoce esta masacre, también lo hace por sí misma porque no acepta que semejante injusticia manche su historia”dijo, describiendo el episodio como “herida abierta en nuestra historia común”.
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