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Las vacaciones de fin de año se acercan rápidamente. Un período propicio para los placeres gourmet como el chocolate. Pero desde hace más de un año, los precios del cacao se han disparado, afectando a los chocolateros artesanales de Lot-et-Garonne.
De casi 2.000 euros por tonelada en febrero a 12.000 euros en octubre, el precio del cacao se disparó en 2024. A medida que se acercaban las vacaciones, los chocolateros de Lot y Garona tuvieron que adaptarse a esta nueva situación, sin olvidar los distintos aumentos adicionales, como la energía. “Vamos a recortar nuestros márgenes para limitar el impacto, pero debemos repercutir una parte del precio”, confían. “El año pasado costamos 92 euros el kilo, hoy estamos a 110 euros, y no fabricamos caramelos para limitar los costes de producción”, admite Christine Semper, de la Fabrique du Pâtissier de Agen.
Por su parte, Lionel Standaert, de la pastelería Feyt, sostiene: “Estamos a 90 euros el kilo. Nos negamos a superar los 100 euros durante las vacaciones”. Los ingresos de los consumidores muestran un aumento del 5 al 15%, pero para las compras realizadas por profesionales, se trata de un aumento mínimo del 80% para todas las gamas.
Anticipación y especulación
Para hacer frente a la situación, algunos artesanos, como la fábrica de chocolate Yves Thuriès, anticiparon el aumento. Pascale Verney, la gerente, explica: “Tenemos nuestra propia plantación en Ecuador. Hemos experimentado el aumento del embalaje y del transporte. Seguimos siendo optimistas, pero el chocolate se está convirtiendo en un producto de lujo”. Por parte de Monette Sarrauste, en Nérac, se firmó previamente un contrato de compra. “Por lo tanto, para las vacaciones no habrá ningún impacto”.
Esta inflación tiene su origen en los países productores, principalmente Costa de Marfil y Ghana, donde las sequías y las enfermedades han tenido graves efectos en las cosechas. Además, el consumo mundial se está disparando, impulsado por los países emergentes. “No nos vamos a mentir, también se especula”, desliza Jean-Marie Congès, chocolatero de Saint-Antoine-de-Ficalba. Más allá de las barras y los caramelos, la bollería de chocolate también está sujeta a este contexto.
“Vendemos delicias”
¿Precios en constante aumento que podrían hacer temer que falten golosinas debajo del árbol? Los profesionales se niegan a ser derrotistas. “Estamos haciendo un trabajo educativo para explicar la situación. La calidad se mantiene intacta y los clientes siguen respondiendo. Por ejemplo, en lugar de aceptar cajas, compramos individualmente”, afirma Fabrique du Pâtissier.
“Hemos celebrado ferias y, de hecho, la cesta media ha bajado, pero no podemos prescindir del chocolate”, asegura con picardía el chocolatero de Saint-Antoine-de-Ficalba. La misma historia de Feyt: “Queremos seguir divirtiéndonos, es importante con todo el contexto actual”.
A pesar del aumento de los precios, las vacaciones de fin de año siguen siendo una época especial para muchas personas. Para el placer de las papilas gustativas, nos deleitamos fácilmente con un cuadrado de chocolate. A los artesanos les gusta recordarnos: “más que chocolate, vendemos placer y confort”.