“Mis hermanos son parte de mí, cada uno puede contar con el otro, la confianza está ahí. Es como un seguro mutuo entre nosotros: si algún día uno tuviera un problema de salud grave, le aseguraríamos sus ingresos. » François Bourdillas resume así el estado de ánimo que reina en esta hermandad de viticultores de la Alta Gironda. Mantenerse unidos es una forma de trabajar y vivir. Y allí trabajan cada día nada menos que nueve miembros de la familia: cuatro hermanos (de 57 a 69 años) y cinco de sus hijos (de 26 a 40 años). Un total significativo que rara vez se encuentra en el viñedo.
Y no faltan tareas: los Vignobles Bourdillas, cuyas bodegas están en Lansac, disponen de 130 hectáreas en las AOC Côtes de Bourg, Blaye Côtes de Bordeaux y Bordeaux Supérieur. Los vinos, casi todos tintos, se venden principalmente a granel a través de intermediarios. Las botellas se encontrarán entonces en distribución masiva, entre 5 y 7 euros, y llevarán en las etiquetas los nombres de Château Mayne de Bernard o Château Jussas. Esta es una viticultura donde cada centavo cuenta.
Calidad reconocida
“Con la crisis, la situación es estresante. La caída del mercado chino hizo daño. Esperamos encontrar compradores comerciales este invierno a precios decentes”, explica Marie, que se ocupa de la elaboración del vino, junto con su prima Salomé, y de la parte comercial. “Para superarlo es mejor estar en familia”, añade. Hay esperanza, porque se reconoce la calidad del trabajo: en una de las oficinas cuelgan de las paredes decenas de diplomas obtenidos durante concursos. Y la cosecha de 2024 fue buena en cantidad, mientras que la anterior se vio truncada por el mildiú.
Dirígete a las parcelas de viñedo, donde la poda deberá iniciarse en breve, tras las olas de frío que provocarán la caída de las últimas hojas. Aquí se encuentra Cédric, de 28 años. “Mi lugar está aquí. Nunca habría hecho este trabajo si no estuviéramos con mi familia. Eso nos tranquiliza a todos. De lo contrario, sería demasiado complicado. Cada uno de nosotros sabe lo que tiene que hacer y nadie se pisa los pies. » Su tío François entra en acción: “La viticultura es una actividad dura, física y psicológicamente. Podemos contar unos con otros. Nunca consideramos, ni por un momento, separarnos. »
El hallazgo de un certificado de matrimonio del siglo XVI que indica que la familia ya se encontraba en estas tierras de la Alta Gironda refuerza la motivación de todos.
El recuerdo del padre está ahí: “Ya no podía hacer todo solo, la viña, la bodega y la administración. En un momento, incluso amenazó con vender. » Es inaceptable que los cuatro hermanos, que crearon en los años 1980 un Gaec (grupo agrícola para la agricultura conjunta), asuman el poder. Dos de ellos, jubilados, siguen viniendo “por placer, para ayudar y para sentirse útiles”. El hallazgo de un certificado de matrimonio del siglo XVI que indica que la familia ya se encontraba en estas tierras de la Alta Gironda refuerza la motivación de todos. “Como grupo, tomamos mejores decisiones que solos. Tenemos la misma visión de la profesión”, decimos al unísono. Luego llegan los dos perros de la familia –Napoleón e Iris– y el gato Uriel: parecen compartir esta solidaridad comunicativa.
Al otro lado de la carretera, en el taller mecánico, Nicolás trabaja duro. Tiene la fuerza juvenil para torcer chapa y soldar varillas de metal. Para reducir los costes de producción, se ha llevado al máximo la mecanización y, por ello, el parque de equipos es impresionante: una decena de tractores, cinco pulverizadores, dos cosechadoras… Todo se mantiene in situ. Para gestionar la finca, los Bourdilla sólo cuentan con dos empleados y un aprendiz. Para la misma superficie, algunos grandes vinos del Médoc emplean a más de 50 personas.
teatro juntos
En la conversación entra Sophie, la esposa de Bernard, uno de los cuatro hermanos (su casa está al lado del sótano) y trabaja afuera. “A veces discuten, como todas las familias, pero nunca se enojan. No veo a ninguno de ellos tratando de aplastar a los demás. » Al mediodía todos van a casa a almorzar y a veces todos se reúnen los fines de semana, por ejemplo para los cumpleaños. Algunos incluso hacen teatro juntos en una asociación local, por la noche, después del libertinaje.
Es miércoles y Hugo, de 4 años, llega en brazos de Marie. ¿Le gustaría trabajar más tarde en los viñedos, como su madre? La respuesta es no, le gustaría ser futbolista. A su edad todavía está a tiempo de cambiar de opinión. Los Bourdilla cuentan con las generaciones futuras.