En Darou Rahmane 2, un barrio tranquilo en Yeumbeul Norte, el horror se apoderó de ella. Una joven, Penda K., fue arrestada por arrojar a su recién nacido a una fosa séptica, un acto atroz que atribuye al temor a represalias de su madre.
Un drama escalofriante en la noche de Yeumbeul
Todo comenzó la tarde del miércoles 20 de noviembre, alrededor de las 22 horas. El tío de Penda, O. Diallo, descubre el cuerpo en descomposición de un bebé recién nacido flotando en las aguas malolientes de su fosa séptica. Ante tan insoportable escena, alertó de inmediato a la policía.
Los agentes desplegados en el lugar comprobaron la magnitud de la tragedia. Mientras los bomberos recuperaron el cuerpo en avanzado estado de putrefacción, los juzgados ordenaron su inhumación sin autopsia, exigiéndose aún un certificado del tipo de muerte. Se abre una investigación preliminar para dar con el presunto autor.
“Lo hice por miedo a mi madre”.
Rápidamente localizado y detenido, Penda K. lo confiesa todo. Según sus declaraciones, dio a luz sola, sin asistencia, en total secreto. “Fue mi novio quien me dejó embarazada. Había aceptado asumir la responsabilidad. Pero tenía miedo de mi madre, que es muy estricta”, confió durante el interrogatorio.
Presa del pánico, la joven envuelve a su recién nacido y lo arroja a la fosa séptica sin siquiera comprobar su sexo. Los investigadores notan en su historia un profundo miedo a la autoridad materna, que ella presenta como la única fuerza impulsora detrás de este acto inimaginable.
Un juicio pendiente, preguntas sin respuesta
Penda K., llevado ante el Tribunal Superior de Pikine, se enfrenta a un cargo de infanticidio. El drama plantea interrogantes sobre el apoyo a las jóvenes embarazadas y el papel de la presión familiar en tales actos.
Como señala Les Échos, esta trágica noticia pone de relieve las devastadoras consecuencias del aislamiento y el miedo, que pueden transformar un embarazo no deseado en un acto de extrema violencia. ¿Es cómplice de estas tragedias una sociedad que juzga sin escuchar?
Los próximos días ayudarán a aclarar las responsabilidades en este asunto, pero una cosa es segura: Yeumbeul Nord seguirá marcada por esta sórdida tragedia durante mucho tiempo.