Esta cola típicamente landesa es producida por la cervecería La Séquère, que significa “sed” en lengua gascona. La marca nació de la mezcla de ideas de los hermanos Dacquois Bourdillas en la década de 2010. Gilles y Stéphane desarrollaron y comercializaron esta cola de las Landas a partir de 2015. Casi una década después, la receta permanece inalterada. “Los amigos parisinos prefieren la cola de las Landas a todas las demás colas”, asegura Julien Cambriel, que se hizo cargo de La Séquère en 2022, apoyado por sus empleados Solène, Mathieu y Tom.
Con sede en Seignosse, la cervecería ofrece ocho cervezas, tres refrescos: limonada, té helado y la famosa cola de las Landas, Landes Cola. Cada año, la empresa genera cerca de 290.000 euros de facturación, con 500 hectolitros de cerveza y 400 de refresco. En la gama de cervezas, un ámbar con Armagnac. Otro guiño al patrimonio landés. Pero la cola con aroma a pino marítimo, emblemática en las Landas, sigue siendo el producto estrella de la cervecería. Representa la mitad de la producción de refrescos.
Aventura para dos
La marca La Séquère está presente en 200 puntos de venta en las Landas y en la región. Un ancla, sin embargo, por debajo de las expectativas del gerente, que lamenta la “falta de compromiso de los restauradores locales”. Una constatación, entre otros factores, que anima al actual directivo a entregar las riendas. Dos años después de hacerse cargo del negocio, Julien Cambriel quiere dedicarse plenamente a su actividad principal como director de la cervecería L’Île du malt, en la zona de Pédebert d’Hossegor. Pero sobre todo pasar página de una aventura iniciada junto a Cyril Soubestre. Seis meses después de su adquisición, a finales de 2022, su socio enfermó. Murió el pasado mes de febrero. “Fue un proyecto de amigos. Sin él, ya no es lo mismo”, confiesa.
Por lo tanto, Julien continuó solo la aventura de La Séquère, pero su corazón ya no estaba en ella. “No tuvimos tiempo de hacer los cambios que queríamos”, lamenta. Se desarrollaron algunas recetas de cerveza efímeras, pero el dúo quería ir más allá. Empezando por la sustitución del plástico, desarrollando las latas y revisando la carta gráfica de la marca. Además, el perro detrás del logo todavía pasea por el local. O al menos su doble, Jean-Claude, el Boston terrier del técnico cervecero Solène. Prueba canina de que, a pesar de los cambios de propietarios, la génesis de la marca continúa.