París, Berlín y Londres asociados con Washington están en el origen de un texto crítico con el programa nuclear de Teherán presentado durante una reunión en Viena en la sede de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA). El texto fue aprobado el jueves 21 de noviembre por 19 de los 35 Estados miembros de la Junta de Gobernadores de la OIEA, provocando la ira de Irán, que anunció en represalia la puesta en servicio de “nuevas centrífugas avanzadas” para su programa nuclear.
Además de este expediente, Irán debatirá con Francia, Alemania y el Reino Unido sobre la situación regional e internacional, “incluidas las cuestiones de Palestina y Líbano”, afirmó el domingo en un comunicado el portavoz de la diplomacia iraní, Esmaïl Baghaï. No se especificó el lugar exacto de estas discusiones.
Irán es un firme partidario de Hezbolá en el Líbano y de Hamás en Gaza, dos movimientos islamistas en guerra con Israel, enemigo jurado de Teherán desde la llegada de la República Islámica en 1979. Teherán defiende el derecho a la energía nuclear con fines civiles, en particular energéticos. pero niega querer adquirir una bomba atómica, algo que los países occidentales sospechan.
Viena. En 2015, Irán concluyó en Viena un acuerdo con Francia, Alemania, Reino Unido, China, Rusia y Estados Unidos para regular su programa nuclear. A cambio, el texto preveía una reducción de las sanciones internacionales contra Teherán.
Pero en 2018, Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos, retiró unilateralmente a su país del acuerdo -que Teherán cumplió, según la OIEA- y restableció fuertes sanciones contra Irán. En represalia, Teherán aumentó significativamente sus reservas de materiales enriquecidos y elevó el umbral al 60%, cerca del 90% necesario para fabricar un arma atómica, según la definición de la OIEA.
El acuerdo nuclear, ahora un cascarón vacío que las negociaciones no han logrado reactivar y que expirará en octubre de 2025, limitó esta tasa al 3,67%. El presidente iraní Massoud Pezeshkian, en el poder desde julio y partidario del diálogo con los países occidentales, dijo que quería eliminar “dudas y ambigüedades” sobre el programa nuclear de su país.
Irán cree así haber demostrado “buena voluntad” al invitar la semana pasada al jefe de la OIEA, Rafael Grossi, a visitar las instalaciones nucleares de Natanz y Fordo (centro).
Sebastián RICCI
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