Pierre Castel, el alcalde derechista de Quillan, en el alto valle del Aude, tiene ideas firmes. En particular, sobre la renovación de la línea ferroviaria Limoux-Quillan, que está fuera del tráfico de pasajeros desde 2018, y que considera demasiado cara.
Este sábado, a los mandos de una excavadora, ha realizado un simulacro de desmontaje de la vía del tren cerca de la estación de Quillan (Aude). Originalmente se trataba de una simple y pura retirada de los raíles, pero las fuertes advertencias de la dirección de la SNCF sobre posibles persecuciones por destrucción intencionada del patrimonio ferroviario francés, llevaron a que se convirtiera en una operación simbólica.
Pierre Castel ya no quiere oír hablar del carísimo proyecto de mejora y reparación de 26 kilómetros de vía financiado por la región de Occitania mientras aún se espera la participación del Estado. Y que podría costar 100 millones de euros en total. El alcalde prefiere los autocares a los trenes. Los servicios son más flexibles y adaptables, en particular, para llegar a las puertas de los institutos y universidades. Y saluda la creación por parte de la región de una estación de autobuses en Quillan. Pierre Castel quiere transformar el ferrocarril en una vía verde para desarrollar el atractivo turístico del cantón conectándolo a las redes ya muy activas de Bram Lavelanet y el Canal du Midi.
Pero su lucha anti-ferrocarril se topa con la movilización de los ferroviarios y del sindicato CGT y de los electos regionales que luchan desde hace años a su lado para relanzar esta pequeña línea secundaria. Pierre Castel habla de mala gestión financiera y clientelismo político. Las decisiones presupuestarias en estos tiempos tan difíciles podrían tener la última palabra.