Desigualdades, rechazo social, precariedad material y psicológica: esta es una alarmante radiografía de los jóvenes franceses publicada por Unicef este martes, en el marco de su consulta nacional, a la que respondieron 20.000 niños y adolescentes de entre 6 y 18 años, del total categorías sociales. Observación principal, elaborada por Serge Paugam, sociólogo que dirigió el estudio: los mecanismos de exclusión existen “desde la infancia”. Y se basan en “varios elementos estructurales”, como “la privación material, en particular la privación de alimentos, la desprotección y el rechazo social que sienten los jóvenes”.
En términos de desigualdades, el 23% de los encuestados dice que se salta una comida al día, o una de cada cinco. No es ninguna sorpresa para Chloé, profesora de un colegio de Seine-Saint-Denis (93). “No hay mañana en la que no tenga cinco o seis alumnos que lleguen a clase con hambre. El resultado muy claro es que se estancarán toda la mañana. ¡Cuántas horas perdidas! » El gobierno intentó abordar el tema lanzando desayunos escolares gratuitos en 2019. Sin que realmente se consolide: de 12 millones de estudiantes franceses, sólo 300.000 se benefician de él.
Estas privaciones son también culturales (66,7%), deportivas (44,4%) o de acceso al conocimiento (25,7%). “Sin embargo, cuando son acumulativos, el sentimiento de exclusión es aún más fuerte porque crea un sentimiento de desviación de la norma”, señala el sociólogo.
Otro dato alarmante, el 25,4% de los niños y adolescentes dicen no sentirse escuchados en la escuela por un adulto, ni protegidos. Meziane, de 13 años, que asiste a una universidad en Rennes, lo ve claramente. “Hay compañeros que siempre están solos en el patio, en la clase o en el comedor. No hablan con nadie, se ven muy tristes. Ni siquiera hablan con los adultos. » Sin embargo, la necesidad de escuchar es inmensa, ya que un tercio de los encuestados (31,3%) dice haber sufrido “insultos, burlas hirientes o violencia” –por parte de otros niños o adultos.
Más allá de la escuela, el 11% de los 20.000 encuestados dice sentir “rechazo social”. Un sentimiento que puede durar hasta la edad adulta… y tener consecuencias, opina Serge Paugam. “Porque si a la hora de aprender nos metemos en la cabeza que somos menos que nada, esto sienta las bases que penalizan a la persona durante toda su vida. »