De las aproximadamente 404.000 viviendas catalogadas en Indre-et-Loire, el 8% son casas individuales equipadas con calderas de gasóleo. Una energía altamente intensiva en carbono, cuyos días –bueno, años– normalmente están contados.
De hecho, alejarse de los combustibles fósiles es uno de los objetivos del acuerdo de París. Y para lograr una reducción del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 y la neutralidad de carbono en 2050 -objetivos que Francia se ha fijado- es necesario recurrir a las energías renovables. Fácil de decir.
De hecho, en algunos municipios del sur de Turena, el fueloil sigue siendo, paradójicamente, podría pensarse, el método de calefacción más utilizado, como en Faye-la-Vineuse, donde se trata del 42% de las viviendas (Insee 2021).
29.000
Con este número de casas individuales calentadas con gasóleo en 2021 (alrededor del 8% de las viviendas), Indre y Loira se sitúa por debajo de la media nacional. Pero observamos una gran disparidad entre territorios según sean rurales o metropolitanos.
“Ni el ayuntamiento ni los edificios municipales se calientan con fuel oil”precisa el alcalde, David Cailleteau, aunque en su granja siempre es el derivado del petróleo el que calienta la casa.
Agricultor, el concejal recibe del mismo proveedor gasóleo y gasóleo todoterreno (GNR), pero, dado que no consume más de 1.200 litros de gasóleo al año, esto no le permite obtener precios preferenciales.
En cambio, en el pueblo, Pierrette, de 83 años, hace arreglos con los vecinos cuando llega el camión de entrega, para aprovechar el viaje. “Llevo treinta o cuarenta años usando fueloil”recuerda. “Me queda así. » Sobre todo porque hace sólo cinco años reemplazó su caldera de gasóleo y no está dispuesta a cambiar de energía.
En cuanto al precio del gasóleo, ella lo afronta llenando más o menos su depósito de 2.000 litros… en beneficio de su bolsillo. Y luego sus hijos, en particular un hijo que está en el edificio, se encargan de todo.
Fuel oil mientras funciona
Philippe, conocido como Jackson, también es fiel al viejo gasóleo. “Cuando vivía en Ballan-Miré, usaba gasolina ciudad y eso es lo que habría elegido si hubiera tenido la opción aquí. » Pero este neofagiano desde los años 2000 siempre ha oído decir que, “Para las paredes viejas no hay nada mejor que el fuel oil”. Entonces, para calentar tus quizás 200 m2 En tres niveles, ha mantenido este método de calefacción optando, hace diecisiete o dieciocho años, por una caldera de gasóleo de baja temperatura que produce agua caliente. “Ya sabes, siempre que el quemador esté en buenas condiciones, una caldera de gasóleo en buen estado está bien. » Sin embargo, el jubilado no se opondría a una caldera de pellets, “pero no por el momento”.
En el pueblo existe un creciente interés por las energías renovables. En esta ciudad de carácter se concede gran importancia al medio ambiente y las renovaciones son decididamente cuidadas. El aislamiento, en particular, es fundamental y algunos incluso consiguen combinar una estufa de leña (pellets) y una pequeña calefacción adicional. “para quitar humedad y para el baño”. Aquí, como en otros lugares, la sobriedad energética está ganando adeptos.
El inexorable declive de los combustibles fósiles
“Es un método de calentamiento que está perdiendo velocidad”confirma Frédéric Migny, asesor de la Agencia Departamental de Información sobre la Vivienda (Adil) France Rénov’37. “Pero quién resiste más en las zonas rurales. » Sin embargo, su descenso es inexorable: por un lado por la prohibición de esta energía en viviendas nuevas desde la normativa de julio de 2022; por otro lado, porque un día ya no podremos reparar las calderas viejas.
Además, en el contexto del calentamiento global, las autoridades públicas alientan a los ciudadanos a optar por energías renovables. “Hoy en día, todos los hogares pueden beneficiarse de ayuda para cambiar a calderas de biomasa. »
Existen múltiples opciones en función del hábitat, pero sólo después del aislamiento imprescindible: caldera de leña, bomba de calor (aerotermia o geotermia), sistema solar combinado, etc. “Una etiqueta energética obtenida supone un 7% de valor añadido inmobiliario”precisa Frédéric Migny.