Escrito por Baptiste Renaut
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En Montmartin-sur-Mer, en La Mancha, una pareja se prepara para abandonar definitivamente su casa. El aumento del nivel del agua, consecuencia del calentamiento global, ha vuelto el lugar inhabitable, convirtiéndolos en los primeros desplazados climáticos del departamento. Testimonio.
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Es un sacrificio frente al cambio climático. En Montmartin-sur-Mer, en La Mancha, Claudine y David Lecordier hacen las maletas a principios de noviembre. El matrimonio de agricultores, propietarios de una finca junto al mar, se prepara para marcharse definitivamente. El aumento del nivel del agua, consecuencia del calentamiento global, ha hecho que el lugar sea inhabitable, convirtiéndolos en los primeros desplazados climáticos en el Canal.
Durante la marea alta, el agua llega a la puerta de su casa. El edificio, que se inunda periódicamente desde hace veinte años, será demolido en unos meses. El lugar será devuelto a la naturaleza para dejar que el mar entre en la tierra para intentar proteger las casas más alejadas. “Podemos ver que el mar está cada vez más cerca y no queremos perderlo todo.“, explicó David Lecordier.
Claudine y David supieron que iban a tener que irse en 2019. Durante cinco años esperaron un traslado por parte del Consejo Regional. Finalmente, este año fue el Conservatorio del Litoral quien compró el edificio, antes de su demolición. Es un “alivio“, afirma David, que esperaba un resultado para él y su socio. De todos modos, cuando abandone el recinto, seguramente tendrá una “pellizco en el corazón“, confiesa.
David pasó toda su vida en esta casa, que heredó de sus padres, también agricultores. Lo compraron tras casarse en 1956 para montar una granja de ovejas. David se hizo cargo de la granja y de la casa en 1993.”Es toda mi vida y la de mis padres.“, recuerda, mostrando resignación. “Nos decidimoslanza David. Hemos sufrido mucho. ahí termina“.
Es testigo del cambio del paisaje, con las zonas de césped que daban a la finca dando paso con los años a un gran estanque. “Comenzó en 1999 y en los diez años siguientes desapareció toda la duna.“, dice el criador.
Al abandonar este lugar, Claudine y David también abandonan su trabajo como agricultores. Sus praderas se han reducido en una hectárea debido a la subida de las aguas y quedarán sumergidas en el futuro. En su nuevo hogar no tendrán pastos. Después de 31 años en la granja, vendieron sus ovejas, burros y equipos agrícolas a otros criadores. “Cambiamos de vida, comienza una nueva página.“, resumen.
“Sabíamos que el mar recuperaría sus derechos“, finaliza David pragmáticamente.