Las condiciones meteorológicas este mes de noviembre son excepcionales en la montaña. El 1 de noviembre se registró en Jungfraujoch, a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar, un nuevo récord de temperatura máxima desde el inicio de las mediciones (4,8°C). Pero estos registros no están exentos de consecuencias.
En este mes de noviembre, en Ferpècle, en el Valais, a 2.000 metros de altitud, las temperaturas son sorprendentemente suaves, oscilando entre 5 y 10 grados bajo el sol. Esta situación, aunque apreciada por algunos excursionistas, suscita preocupación.
Pierre Huguenin, director de la sección de Valais del Instituto para el estudio de la nieve y los aludes, explica que “este límite de 0 grados, la isotermaes muy importante. Su altitud aumenta desde hace varias décadas.” Esta tendencia se confirma con un récord establecido a principios de noviembre en el observatorio de Jungfraujoch, a 3.500 metros de altitud, donde la temperatura se mantuvo positiva durante tres días consecutivos, la primera desde 1961.
Costo y riesgos a largo plazo
Lionel Fontannaz, meteorólogo de MétéoSuisse, destaca el aspecto insólito de este fenómeno. Tener una “temperatura mínima positiva en el mes de noviembre es bastante impactante. En verano, en el pasado, teníamos hasta 20-30 días” de temperaturas negativas. Hoy esta cifra ha disminuido drásticamente y son aproximadamente cuatro veces menos que en años anteriores.
En cuanto a la agricultura, las heladas son importantes en invierno para empezar mejor en primavera y reducir la carga parasitaria.
Estos cambios plantean riesgos a corto y largo plazo. Pierre Huguenin advierte: “Tenemos glaciares que se están derritiendo, lo que significa que hay más materiales rocosos disponibles en verano para provocar flujos de escombros”. Pero el deshielo del permafrost, que se derrite con la caída de rocas, también supone un peligro adicional. Además, “las avalanchas cambian las características”. “Todos estos efectos están relacionados entre sí”.
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Impacto en la agricultura
En altitudes más bajas, la falta de heladas invernales también plantea un problema. Lea Megali, bióloga del parque natural regional de Gruyère Pays-d’EnHaut, explica: “En términos de agricultura, las heladas son importantes en invierno para empezar mejor en primavera y reducir la carga parasitaria”.
Las proyecciones son alarmantes: cada década, la isoterma de 0 grados aumenta entre 70 y 100 metros. A finales del siglo XXI, podría alcanzar una altitud media de 1.600 metros en invierno, frente a los 800 metros actuales.
Asunto de televisión: Florence Vuistiner, Chloé Steulet, Anne-Cathia Marchon
Web de adaptación: itg