Desde principios de año se han producido una quincena de tiroteos en distintos barrios de la ciudad. En el último caso, hace una semana, un niño de 5 años resultó gravemente herido en la cabeza. Un nuevo episodio de violencia extrema vinculado al narcotráfico que no deja de dejar sus huellas.
Apresurándose a ir de compras, este jubilado que vive en el barrio desde hace 30 años ha visto cómo las cosas cambian: “Antes había ofertas pero menos consistentes que ahora. Había quienes llamábamos hermanos mayores que estaban presentes. Poco a poco fue empeorando. El tráfico hoy está en todas partes. Entonces adoptamos conductas de evitación, ya no vamos a determinados lugares. Tenemos miedo de salir de nuestros hogares. Por ejemplo, vamos a ver a nuestros amigos pero no los invitamos a nuestra casa. Tenemos que aguantar mucho. Las personas que decidan deberían venir y vivir nuestra vida diaria”.
Tráfico y pobreza
Lo mismo opina este otro transeúnte: “La violencia es una realidad y asusta a todos. Cuando tomo el metro, no paro en la estación Gros Chêne; Paso al siguiente, aunque eso signifique tener que caminar un poco más. Hay policías haciendo rondas, lo podemos ver. Pero debería haber isleños, policías que permanezcan en el lugar. Pero también tomar medidas preventivas para evitar estas situaciones combatiendo la pobreza en el barrio”.
Thomas y Eva llegaron al barrio hace dos años. “Los problemas que enfrenta Maurepas existen desde hace mucho tiempo. La pobreza está muy extendida allí. Necesitamos medidas fundamentales con más apoyo para que la gente lo supere, más diversidad. Además, preocupa que la violencia vinculada al narcotráfico con armas de guerra llegue a estos extremos. No debería subir más. Escuchamos disparos desde nuestra casa cuando los hay. Así que evitamos ciertos sectores si podemos hacerlo”.
“No nos queda otra opción, no nos vamos a mover todos”
Un poco más lejos, en la plaza Georges Bernanos, la situación del barrio también sale a relucir fuera del supermercado. Con el periódico bajo el brazo, este septuagenario vive en el barrio desde 1972. “Antes no había tráfico. Ahora se hace así abiertamente. Escuchamos disparos a plena luz del día. Tengo un amigo que vive en una casa en Gros Chêne. Le gustaría marcharse pero hace dos años que no encuentra comprador. Las drogas destruyen todo. Sin embargo, este barrio de buena gente también tiene un lado agradable. Pero ahora reina una mentalidad extraña. No es una vida”.
Este otro vecino se encontraba el pasado sábado en la plaza cuando se escucharon disparos. “Cuando salía de la tienda hubo dos disparos a unas cuadras de aquí. Me dije ‘si vienen por aquí, ¿qué hago?’. Tenemos que vivir con todo eso. No tenemos elección, no todos nos vamos a mover. Tenemos cámaras, la policía que viene regularmente, los CRS que están ahí ahora. Sobre todo necesitamos investigadores para poder encontrar a los peces gordos de la trata que se aprovechan de la falta de perspectiva de ciertas personas en la vida”.
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