Anaëlle sólo quiere una cosa: estudiar. Feliz de haber obtenido su bachillerato con muy buenos honores en Digne-les-Bains (Alpes-de-Haute-Provence), luego de haber sido aceptada para obtener una licenciatura en ciencias sociales en la Universidad de París 1 Panthéon Sorbonne y de haber encontrado alojamiento. adaptado a su discapacidad… Todo parecía perfecto.
Pero a principios de octubre, cuando recibió una llamada del consejo departamental, Séverine, la madre de Anaëlle, se dio una ducha fría. Le contamos la mala noticia: los cuidados de la cuidadora que asiste diariamente a su hija ya no se reembolsarán al 100%… Sino al 10%, a partir del mes de noviembre. El 10% de una suma aproximada de 4.600 euros al mes. “Un castillo de naipes que se está derrumbando”, según la madre, que creía haber llegado al final de los trámites administrativos para la instalación de Anaëlle en la capital.
“Desde pequeña hemos estado luchando para que pueda estudiar y hacer lo máximo posible. Allí es como si nos dijeran que no es posible”, respira Séverine. “Me siento como si estuviera pidiendo la luna cuando sólo quiero estudiar”, lamenta Anaëlle, cuyo objetivo es ser periodista. ¡Los estudios son una verdadera necesidad para mí! »
Desde su alojamiento universitario en el distrito 5 de París hasta la universidad “Tolbiac” en el distrito 13, Anaëlle, que sufre de atrofia muscular espinal, está acompañada por un asistente que la asiste durante todo el día. En el transporte público, en los ascensores de la universidad, en el anfiteatro para tomar apuntes, en la biblioteca donde están los libros de ciencias sociales al final de una escalera, en los baños, en la cafetería donde está bien la pantalla de la máquina de café. encima de ella… Chloé, estudiante de psicología en un año sabático, le permite seguir sus clases de forma “tranquila”.
“No puedo imaginarme a Anaëlle teniendo éxito en su carrera sin un asistente de atención. La ayudo constantemente a comer, a beber, a tomar el ascensor, a llevarle su mesa de trabajo, con muchos movimientos triviales que hacemos en un día y que son imposibles para ella sola”, se preocupa Chloé, que trabaja a su lado las 44 horas. una semana.
Contactado, el consejo departamental de Alpes de Alta Provenza especifica que la responsabilidad recae en la universidad de Anaëlle: “Cuando siga sus estudios, debería beneficiarse del apoyo de la AESH, cubierto por la Educación nacional, como ocurría anteriormente en la escuela secundaria y en la universidad. . (…) En una situación como ésta, el departamento moviliza cerca de 8.000 euros al mes”.
Paralelamente a su asistente asistencial, el departamento financia parte de la vivienda universitaria adaptada, clasificada como centro médico-social, en la que reside Anaëlle, que paga un alquiler mensual de 500 euros.
Ante la situación, Anaëlle intenta no perder la esperanza: “Tengo la impresión de que la gente no me ve como una estudiante. Constantemente recuerdo mi situación, es difícil vivir con ella pero no quiero renunciar a mi futuro”.