La inclusión del consentimiento en la definición legal de violación es una lucha de principios, una lucha por la justicia y, sobre todo, una necesidad para proteger mejor a las mujeres víctimas de violencia sexual. Lo que podría parecer obvio ha seguido encontrando resistencia política. Entre estas oposiciones, Francia destacó por su tenaz negativa a incluir esta medida durante los debates en el Parlamento Europeo. Nuestro país ha postergado durante mucho tiempo, con el ex Ministro de Justicia y el Presidente de la República a la cabeza, retrasando así este paso crucial para la protección de las víctimas de violencia sexual.
Cambiar la definición de violación para introducir el consentimiento significa hacer de la voluntad explícita de las personas el pilar de la justicia en materia de violencia sexual. También significa reconocer que las víctimas, a menudo mantenidas en silencio por la vergüenza o el miedo, merecen una protección más fuerte, derechos fortalecidos y una escucha real.
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En Francia, la definición actual de violación exige la prueba de que la víctima se opuso a la penetración y que el autor fue más allá de esa oposición recurriendo a amenazas, coacción, violencia o sorpresa. Un simple “no” no es suficiente. Esto hace que la clasificación jurídica de la violación sea particularmente compleja, particularmente en situaciones de coacción moral o de sorpresa, que representan una gran mayoría de las violaciones, a menudo cometidas en la esfera íntima o cerca de la víctima. Hoy en día, sólo el 18% de las denuncias de violación tienen éxito.
Con esta nueva definición, la víctima podrá demostrar más fácilmente que no dio su consentimiento, mientras que el autor deberá demostrar que tomó todas las medidas necesarias para garantizar el consentimiento de la víctima, especialmente en situaciones de vulnerabilidad o estado de asombro (por edad, relación jerárquica, discapacidad, etc.). Este desarrollo legislativo pondrá fin a la injusticia persistente y fortalecerá los derechos de las víctimas, ofreciéndoles un mejor reconocimiento dentro del sistema judicial. Un gran avance que nos acerca a una sociedad más justa, más digna y más respetuosa de los derechos humanos fundamentales.
Dentro de las instituciones europeas, ayudé a sentar las bases para una legislación más protectora en materia de violencia contra las mujeres. La Unión Europea, a través del Parlamento, a menudo se percibe como una institución distante. Sin embargo, en estas cuestiones sociales que afectan a millones de mujeres, Europa ha desempeñado y sigue desempeñando un papel central. Llevé esta lucha con convicción y tenacidad al Parlamento Europeo. Mi compromiso no terminará ahí. Como parlamentaria, seguiré, esta vez en la Asamblea Nacional, luchando por los derechos de las mujeres.