Titouan Lamazou cruzó ayer, a las 00:04:50, en Les Sables-d’Olonne, la meta de la Globe Challenge, la vuelta al mundo en solitario y sin escalas, al mando de su monocasco “Ecureuil – de Aquitania-2”.
El bearnés adoptado completó su circunnavegación, recorriendo 24.900 millas a una velocidad media de 9,48 nudos, en 109 días, 8 horas, 48 minutos y 50 segundos. Nunca antes un velero había completado tan rápido la vuelta al mundo. Durante dos años, Olivier de Kersauson y su trimarán “Un Autre-Regard” ostentaron el récord en 125 días y 19 horas. Lamazou tendrá que esperar 14 horas y 30 minutos -el tiempo “devuelto” por el jurado a Loïck Peyron, su último rival, para compensar el tiempo dedicado a asistir a Philippe Poupon- para ser declarado oficialmente vencedor de la primera edición de la prueba.
Después de permanecer durante horas en la calma, “Ecureuil d’Aquitaine” volvió a marcharse ayer, al final de la tarde, para vengarse. Directo hacia la victoria, a siete nudos, empujado por una brisa favorable mientras el frío caía lentamente sobre los muelles del puerto de Sables-d’Olonne y la multitud esperaba. Una última línea larga y recta; de largo desde Yeu hasta Les Sables. Directo como el final de la caminata de un corredor de maratón. Titouan, solo durante cuatro meses, a 40.000 kilómetros bajo la quilla, vio la Tierra acercándose al principio como un halo gris en el azul oscuro del anochecer puntuado a lo lejos por una línea de diminutas estrellas eléctricas.
Desde el inicio de la jornada, el patrón ha visto poco a poco poblarse su horizonte. Las gaviotas se han convertido en helicópteros, los delfines del golfo se han convertido en lanchas rápidas y veleros, y los grandes movimientos del oleaje se han convertido en sonido de motores.
¡Una llegada interminable!
Vio que la costa se acercaba lentamente, demasiado lentamente pues la esperanza de llegar en medio de un día tan soleado como primavera ya se había desvanecido. La esperanza de un paseo, aunque, después de todo este tiempo pasado en el agua, el encuentro con el mundo sea casi tan preocupante como la aproximación de un banco de piedras. La esperanza quizás por fin de un encuentro entre amigos y familiares. La victoria es ciertamente bonita, y el regreso a casa también.
Pero este regreso a casa, este reencuentro, habrá que esperarlos nuevamente. Minutos y horas, como días. “Ecureuil-d’Aquitaine-2” está “atascado”. Ya no avanza. Ni el más mínimo soplo de viento. Todos los que están en el puerto, en los barcos que han iniciado la guardia de honor de Titouan, quieren respirar con todos los pulmones para que finalmente cruce esta maldita línea de meta.
¡Sin fin! Tanto es así que a las 23.30 horas finalmente se anunció que había llegado. Error… Habrá que esperar otra media hora, 34 minutos y 50 segundos exactamente, para que Titouan cruce oficialmente la línea. A las 0:04 horas de este viernes 16 de marzo, en horas de la mañana. Entonces es delirio. Destellos, carcajadas, aplausos, vítores. Y Titouan que resopla como un perro de aguas que emerge del agua y que, finalmente, entregado, sonríe y saluda a la gloria.
Tituán, marinero, pintor, escritor: sueños y realidades
Conocemos al marinero –al menos creemos conocerlo– pero ¿qué sabemos sobre su vida, sus sueños y sus otros talentos? Pintor al mismo tiempo que marinero, poeta de aventuras, Titouan es un constructor de sueños, uno de esos hombres para quienes la vida es un mosaico de pasiones. Titouan Lamazou nació en Casablanca hace treinta y cinco años. Artista y aventurero, Titouan lleva el sentido de la perfección hacia lo absoluto: le gusta la aventura, el sol, los viajes y las extensiones azules. Es pintor y escritor. Titouan disfruta de la vida. Estudiante de Bellas Artes a los 15 años, pintó sus primeras marinas. Y como el mar le fascina, se embarca hacia la dura escuela de barcos… Mousse, tripulante, patrón, Titouan aprende el oficio. Navega con Fauconnier, Tabarly, Poupon. Mientras realizaba con ellos su primera gira mundial, Titouan devoraba los libros de Jack London, Stevenson, Gerbault, Moitessier. A los 18 años realizó su primera regata transatlántica a bordo de un modesto JI de 5,50 m. Pero si la pasión por el mar y por los viajes le lleva y no le abandonará nunca, Titouan no abandona sus pinceles. Realizó retratos en las terrazas de los cafés antillanos en los años 1975… Ilustró los libros de Tabarly (y en particular “la Guía de la maniobra”) en 1977. Titouan combinó todas sus pasiones: viajó (a Groenlandia, Marruecos), navega y pinta… Incluso prueba con éxito la fotografía. A partir de los años 80 expuso en París, Marsella y, por supuesto, en Pau, ciudad natal de su familia. De hecho, Titouan tiene el corazón y la sangre Bearnesa. Pero Titouan no ha agotado sus talentos. Comenzó a escribir en 1982 y publicó, en 1985, “El tesoro del Atlas”, una novela de aventuras… Este año acaban de publicarse “Un invierno bereber” y “Mañana estaré todo muerto”. Entonces, con el título de campeón del mundo en el bolsillo, ¿cómo ve Titouan el futuro ahora? “Muévete una y otra vez”, dice. “Me imagino en un catamarán de 22 a 25 metros, creado por todo el equipo de Écureuil. Sería a la vez mi casa y mi taller. La góndola central se organizaría en torno a un enorme tablero de dibujo. Los medios de comunicación serían sofisticados. Destino: aguas cálidas. Puedo verme en las Indias Occidentales o en el Pacífico. ¡Porque, de momento, quiero especialmente el sol! » Retrato publicado en el cuaderno “Titouan Lamazou especial”, publicado por “Sud Ouest” el 4 de diciembre de 1990.