-
-
“Nunca sabemos de antemano cuántos serán, porque algunas personas se inscriben pero no vienen”, explica Caroline Fabre, una de las dos animadoras voluntarias del evento, cuya segunda edición se celebra en Angers. Ese día el grupo estaba lleno. También se ve obligada a negar la entrada a dos jóvenes de unos veinte años, que llegaron sin haber hecho reserva. “No os preocupéis, habrá otra sesión en diciembre”, les dice con una sonrisa, cerrando con cuidado la puerta de cristal.