Limitar las emisiones de CO2 es un problema global. Por este motivo, en el marco del Acuerdo de París, Suiza también financia proyectos en el extranjero, en particular la electrificación de la red de autobuses de Bangkok, a cambio de certificados de CO2. Un intercambio de buenas prácticas que constituye una novedad a nivel mundial, pero que algunos critican el principio. El problema: este proyecto se topó en varias ocasiones con numerosos problemas, como violaciones de la legislación laboral, informa la SRF citando el periódico “Beobachter”.
Por lo tanto, la contraparte alemana de la RTS fue a investigar a la capital tailandesa y denunció principalmente casos de despidos provocados por actividades sindicales que en Suiza están prohibidas. A los empleados de la empresa Absolute Assembly también se les ofrecieron beneficios sociales si no se afiliaban a un sindicato, y desventajas, especialmente financieras, si permanecían en él. Suficiente para cortar de raíz cualquier posibilidad de negociación para los trabajadores, ya que el 90% de los afiliados al sindicato han renunciado a este medio de presión para mejorar sus condiciones de trabajo. El sindicato no está reconocido por la empresa.
La empresa matriz responsable del proyecto, Energy Absolute, hace caso omiso de las críticas y responde a la SRF que respeta las normas del Reino de Tailandia y asegura que los derechos de acción colectiva de los empleados están protegidos. Georg Leutert, de la asociación sindical internacional IndustriAll, lo niega y pidió la intervención de la Confederación. Para él, sólo la presión internacional puede hacer reaccionar a la empresa. Esta última indica que está en contacto tras esta información. “Si se confirman las preocupaciones sobre derechos humanos planteadas recientemente por IndustriAll, la Oficina Federal de Medio Ambiente puede suspender este proyecto y lo hará”, escribió a “Beobachter”.
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